Introducción para no conocedores de la cosa: Como en cada pleno de política general desde que es lehendakari, Iñigo Urkullu reclamó ayer la renovación de la relación bilateral de Euskadi con el Estado. Lo hizo con una alusión a 1839 a la que los más haraganes e iletrados a diestra y esta vez también a siniestra se han amorrado para hacer gracietas facilonas. Pero la esencia del discurso es no ya la que repite insistentemente Urkullu sino la que define y da sentido al ideario de su partido, el PNV.

Sin embargo, la letanía machacona vuelve a ser que el nacionalismo va a a rebufo del soberanismo catalán. Aquí tienen a Julián Quirós, director del vetusto ABC: "El nacionalismo, como emoción y como concepto, es profundamente reaccionario. Llevamos años viéndolo en las astracanadas del independentismo catalán, pero pasa igual en todas partes. Ahí tenemos al moderadísimo presidente vasco, que para no ser menos que Aragonès empieza a amagar con su propia mesa de diálogo".

Que no, Quirós, que no empieza, que esto viene de largo. Y la misma prédica en el desierto la lanzo hacia los apéndices auditivos a otro columnero, también del vetusto diario, que atiende por Álvaro Martínez y hoy firma esto: "Urkullu ha reaccionado a la mesa bilateral de la vergüenza y a los cabezazos de Sánchez ante la señera y como un rayo salió ayer para decir ¿qué hay de lo mío?, en busca de extender al terreno político los escandalosos privilegios del ‘concierto económico’. Se trata de que España ya no pinte nada en el País Vasco, que se salga incluso de la «España multinivel», la última melonada que el sanchismo se ha sacado de la manga".

En El Mundo, Fernando Palmero se tira de cabeza a la referencia a 1839 para hacerse unos largos de chanzas baratas como la que entrecomillo: "Ya que la Constitución recoge en su Disposición derogatoria 2, que las leyes de 1839 y 1876, por las que el País Vasco quedaba atado, pese a conservar algunos privilegios, al Estado español, se puede volver, sin necesidad de reforma, al estado de cosas anterior. Incluso, a antes de la aparición de liberalismo, con la Constitución de 1812. A los tiempos del neolítico, donde algunos antropólogos han encontrado un supuesto homo euskadun". Lo gracioso es que estos son los que luego se engolfan con los reyes católicos y la nación de los tres mil año de historia.

Dejamos la parte vasca y nos centramos en supuestamente pecado original catalán. En La Razón nos encontramos a la maestra Ciruela Sandra Golpe dando una clase magistral sobre el asunto: "El «conflicto catalán» -así lo llamaron desde un primer momento los convocantes de la mesa de diálogo- consiste, en realidad, en un tira y afloja cansino, en un trueque de favores entre la Moncloa y la Generalitat. Me imagino a Sánchez hablando en plata con Aragonés: «Tú apoya mis presupuestos, que yo no protestaré por vuestros desaires y, en la medida de lo posible, invertiré en Cataluña para desbancar a Madrid como motor económico de España». No creo que vaya descaminada". Seguro que fue así.

De desbarre en desbarre sobre la cuestión, aterrizamos en la columna de principal imputado de la Kitchen, Jorge Fernández-Díaz, entregado a su soliloquio favorito: "A lo largo de la Historia la relación de socialistas, comunistas y ERC ha sido nefasta para Cataluña y toda España. Sin ir más lejos, durante la Segunda República, el golpe de Estado de 1934 que precipitó la Guerra Civil fue provocado por ellos. Esta mesa de diálogo es la antesala de nuevas desgracias para España. La peor Historia se repite, ahora con Sánchez al frente".

Y como remate de este viaje por el periódico de la cabecera azul con la tilde rojigualda, hacemos parada y fonda en la columna de su fundador, Luis María Anson, que no ha abandonado ni sus viejos vicios ni sus comodines obsesivos: "Se apagaron los iniciales fulgores. Allí donde acude Sánchez se producen más pitos y broncas que aplausos. No se le respeta y su situación en las encuestas serias, no en las amañadas, le dejan en precario. Pocas cosas más complicadas que gobernar en alianza con podemitas, comunistas, secesionistas y bilduetarras".

Una de propina, por si echan en falta a la emperatriz de la Puerta del Sol, a la que Miquel Giménez pone por encima de Britney Spears en su desvarío diario en Vózpopuli. ¿Que no puede ser? Es, como van a leer: "Ahora bien, para poder ir por la calle a cuerpo gentil, ostentando un puesto importante en política, la gente te ha de querer. Por eso los estudiantes le gritan ¡Viva Ayuso!, y la paran las señoras con el carrito de la compra cuando la ven por la calle ir a pie a su despacho en Sol, y le hablan los comerciantes comentándole lo mal que está la cosa y el personal, en fin, quiere hacerse un selfie con ella. No será Britney Spears, porque a ella, de entrada, no la tutela nadie más que su conciencia, pero no me negarán que la presidenta de Madrid se ha convertido en un fenómeno político que trasciende lo local para alcanzar dimensiones internacionales". Ahí queda eso.