l Valle de Arán (Val d’Aran) ubicado en Lleida es una parada obligatoria. Ya en octubre, con el inicio del otoño, su paisaje verde se tiñe por completo de blanco y es entonces cuando la estación más famosa del Estado empieza a llenarse: Baqueira Beret. No obstante, el Valle de Arán cuenta con los pueblos más atractivos de la zona, famosas por sus vistas verdes, sus pequeñas casas de piedra y madera, y las iglesias de estilo romántico, así como por su agua. Además de esquiar, en la comarca, situada en pleno corazón de los Pirineos, se pueden realizar todo tipo de actividades al aire libre gracias a su biodiversidad, la cual ha sido conservada a lo largo de los siglos. Así, la fauna y la flora son un gran atractivo para los visitantes de todas las edades. Las rutas de senderismo y bicicleta por sus montañas o excursiones a enclaves como el Santuario de Montgarri, situado en la estación, la cascada Saut Deth Pish, o al Circ de Colomers para ver los lagos de montaña, entre otros, hacen del Valle de Arán un lugar con encanto que cualquier amante de la naturaleza debería visitar al menos una vez en su vida.
Como cualquier otro valle, el Valle de Arán tiene una historia detrás que muy pocos conocerán. El Río Garona, que riega todos los pueblos de la zona, fue el germen de la creación de este bello paraíso que está rodeado de grandes montañas como Tuc de Miliéres, Tuc de Colomers y el Montardo. No es un río cualquiera. Durante la revolución industrial se utilizaba el caudal del río para lograr energía accionando los molinos. Por este hecho es conocido el pueblo Salardú, que cuenta todavía con algunos molinos de la época. El raudal, que cómo no pasa por Vielha, también hizo su trabajo para dotar de electricidad a la fábrica de lana (ahora convertida en museo), más concretamente a la máquina de coser de Müller Jenny, una mujer del pueblo reconocida por su labor tejedora. Parte de su historia quedó grabada en la aldea y ahora forma parte del patrimonio cultural de Vielha. Por eso, muchos de los pueblos cuentan con museos antiguos que dan visibilidad a los hechos del pasado. Y para no olvidar sus orígenes, el Valle de Arán todavía conserva su lengua materna, y curiosamente, tiene influencia románica y vasca, y gracias a esa fusión (gascón y latín), un tanto peculiar, nació el aranés.
Para aquellas personas supersticiosas y creyentes de las antiguas historias, las montañas del Valle de Arán cuentan tres leyendas que todavía se siguen contando por tradición. Durante la noche más corta del año, en el solsticio de verano, cada año se quema un abeto, siguiendo con una tradición céltica milenaria pues cuentan que trae suerte. Otra leyenda del valle es la del Gigante Mandronius. Se cuenta que un hombre se hizo famoso por luchar contra los romanos invasores. Este se escondía en una cueva cercana a la población de Betlán y desde allí traía locos a los legionarios. Nadie sabe si es cierto, pero en el pueblo, Mandronius es muy popular. Por último, y esto no es una leyenda, ¿sabías que en el Valle de Arán se produce el mejor caviar? Y es que es tradicional la cría del esturión. ¿A qué esperas para visitar este paraíso tan singular y apasionante?
“¡Menuda mezcla! Un catalán y una vasca. Nos han copiado en ‘Ocho Apellidos catalanes’
“Trabajé en varios pueblos cercanos e iba de casa en casa montando contadores de luz”
“Nací en un pueblecito que se llama El Pont de Suert, en el Valle de Arán, cerca de la estación de esquí de Baqueira-Beret ”