n Amurrio se esconde un pequeño taller que da vida a recuerdos únicos gracias al borda en tela y el buen hacer de la diseñadora textil Andrea Box. Esta alicantina llegó hace cinco años a la localidad alavesa junto a su pareja Aitor Saratxaga, técnico forestal en la empresa Maderas Saratxaga. Andrea, entre otras cosas, tiene un Máster en Diseño de Estampados y desde hace dos años, al comienzo de la pandemia, empezó a emprender su proyecto más personal con ‘Me llaman mona taller’.
Fue todo muy casual. Ella tenía estudios de diseño pero nunca le había sacado partido profesional a ello. Así que un día estuvo viendo en redes sociales, en la plataforma de Instagram, como empezaban a abundar todo tipo de trabajos de personas que bordaban. Pese a lo que pueda parecer ella nunca había bordado y como reconoce, no le gusta coser. Aun así de manera totalmente autodidacta y simplemente por probar pensó en coger una tela y bordar ahí el nombre de sus dos hijas, Adriana y Elaia, de 6 y 2 años respectivamente. Su sorpresa fue que le gustó y que aunque podía mejorar mucho, nada sale bien a la primera, enseguida pensó que podía tener más salida que poner solo frases, nombres o fechas importantes.
Así, ella siguió intentando y a base de prueba error se hizo con una impresora de imágenes que pensó en utilizar en el bordado pero, ¿cómo? Muy sencillo, se le ocurrió que podía coger una foto y sellarla con la máquina en la tela para después ella darle el toque final con frases y todo tipo de decoración alrededor. Lo probó y nuevamente le gustó. Así que, hizo alguno y se dijo que podía ser un buen momento, durante el confinamiento, de lanzar el proyecto adelante. Lo que estaba claro es que no tenía nada que perder.
Gustó la idea mucho y poco a poco empezó a recibir encargos a través de Instagram -su plataforma donde pone sus trabajos y se la puede contactar y de nombre ‘mellamanmonataller’-. El crecimiento empezó a ser exponencial y aunque le gustaría tener un página web asegura que no tiene suficiente stock como para poder tener una. “Además de esto en el futuro me gustaría hacer más cosas pero estoy muy contenta con este inicio”, asegura Andrea Box.
En el caso de que queramos uno es tan fácil como contactar por el perfil de Instagram con la diseñadora textil Andrea Box. Ahí empiezan las conversaciones que se traducen en que el cliente le diga a la alicantina qué es lo que quiere meter dentro de la base de 20 centímetros -al principio tenía varios tamaños pero al final después de varios trabajos pensó que trabajaría por el momento con un tamaño estándar-. Una vez queda esto claro el cliente le manda la foto a Andrea y tras analizarla ella se encarga de aceptar el trabajo.
Tras esto el trabajo es muy rutinario para Andrea. Lo primero que hace es pasar la foto por la plancha de calor que tienen en casa y después de esto empieza a bordar con el bastidor. Pese a que ella les dice a los clientes qué es lo que quieren que ella ponga estos le dan vía libre para que escriba lo que quiera, siempre dentro de la conversación que han mantenido y sabiendo para qué es.
Cada una de las piezas de diseño en las que combina la impresión con el bordado requieren su tiempo, aunque muchas veces más que el que le gustaría, ya que no se dedica al 100% a ello. Andrea lleva a clase a sus hijas y eso le quita horas para hacer o aceptar más trabajos. Por ello, puede estar una semana con uno o al contrario, mucho menos y con varios a la vez. “Puedo hacer en dos o tres días uno y si tengo tiempo podría hacerlo en un día”, indica.
Lo que Andrea Box hace en su taller creativo de bordados de nombre ‘Me llaman mona taller’, es crear recuerdos únicos gracias al diseño textil. En su caso lo hace en bases de tela de 20 centímetros pero lo que puede ir en el interior es libre. Así, cada pieza que crea se convierte en única y siempre se mantiene fiel a lo que sus clientes le dicen. De esta manera, consigue crear recuerdos únicos para bodas, cumpleaños o cualquier tipo de celebración que se le parezca. Es ahí donde la diseñadora alicantina residente en Amurrio desde hace cinco años junto a su familia asegura que tiene su público comercial. “Casi siempre las personas que me contactan a través de mi perfil de Instagram suele ser para regalar a otras personas en bodas, cumpleaños... Me mandan la foto y si está bien les doy el ok y me pongo a trabajar en mi casa”, confiesa.
Es ahí, en su casa, donde trata de dar forma a lo que sus clientes le piden. Pero claro está que una vez lo termina y lo envía ella recibe su recompensa. Asegura que al principio le sorprendió saber que su trabajo llegaba tanto a la gente. Aun así, poco a poco fue siendo consciente de que lo que hace es dar vida a momentos únicos, gracias a las fotos que estampa en sus trabajos. Las fotos, como dice, pueden ser de personas que ya no están, y eso lo hace todavía más especial. Transforma fotos en bordados a los que añade frases, fechas o todo aquello que sus clientes le dicen que ponga.
Entre los clientes recuerda un caso de una clienta a la que le hicieron un vídeo en el momento de la entrega. Fue emotivo, le gustó mucho y enseguida se difundió por redes sociales logrando muchas reproducciones. Puede que en aquel momento Andrea Box se diera cuenta de lo que puede conseguir con su trabajo, ya que en definitiva cada uno de ellos es único y muy personal para cada cliente que la contacta en Instagram.
“A mí me gusta más diseñar que lo que es confeccionar. Coser no me llama la atención pero bordar sí me gusta”
“Descubrí la técnica en Internet y como me gustó pensé en bordar el nombre de mis hijas y luego añadí una foto”
“En abril abrí mi cuenta de Instagram y es ahí donde las clientes contactan conmigo. No tengo stock para una web”
“La gran mayoría de personas que se ponen en contacto conmigo es para regalar a otras personas, es especial”