osefina Aldecoa (La Robla, 1926 - Mazcuerras, 2011) murió dos veces, la segunda hace dos años y medio. El colegio Estilo que había fundado en 1959 en plena dictadura franquista, inspirado en las teorías laicas de la Educación Libre, se vio abocado al cierre por la falta de medios económicos y la huida en estampida de decenas de niños. El centro, ubicado en un chalé de la madrileña colonia El Viso, lo dirigía su hija, Susana Aldecoa. Fue la gran obra de la escritora leonesa, donde impartió clase y acogió a una parte de la alta cultura e intelectualidad de la época que rechazaba la educación católica y obsoleta del régimen. En sus clases se promovían las artes, el amor por la cultura y el pensamiento crítico.

Los sistemas de aprendizaje basados en la memoria a corto plazo no tenían cabida. Estas fueron sus palabras: “Quería algo muy humanista, dando mucha importancia a la literatura, las letras, el arte; un colegio que fuera muy refinado culturalmente, muy libre y que no se hablara de religión, cosas que entonces eran impensables en la mayor parte de los centros del país”.

Aldecoa fue docente antes que escritora y su profesión marcó su vida. Casada con el novelista y poeta alavés José Ignacio Aldecoa, cuando este murió por una úlcera en 1969 abandonó su antiguo nombre (Josefina Rodríguez) y adoptó el de su marido a modo de homenaje. Está considerada como una de las voces más reconocibles de la literatura en castellano. En 1990 publicó ‘Historia de una maestra’, otro homenaje: a su madre, también maestra, y a toda la comunidad educativa que durante la II República se volcó en la docencia. La protagonista, Gabriela López Pardo, da clases en Guinea Ecuatorial durante los años veinte del siglo pasado, entonces una colonia española, y se traslada después a la cuenca minera de Asturias donde presencia el estallido revolucionario de 1934.

Una vida que recuerda “a golpes, a saltos”, dice la protagonista del libro, y que empieza a narrar cuando en octubre de 1923, con 19 años, termina la carrera. “En Oviedo estudié tres cursos y ese día y a esa hora que tan bien recuerdo estaba llegando a una meta. A las diez de la mañana en la Escuela Normal nos reuniríamos las compañeras. Recogeríamos libros, certificados; intercambiaríamos apuntes que nos iban a servir algún día para las oposiciones y nos despediríamos. Unas seguirían en la ciudad. Otras emprenderíamos el regreso a casa. A las diez, yo vería una vez más mi nombre escrito entre otros muchos: Gabriela López Pardo, Maestra... El fin de una etapa y el comienzo de un sueño”.

‘Historia de una maestra’ abre una trilogía que completó con ‘Mujeres de negro’ (1994) y ‘La fuerza del destino’ (1997). Encuadrada dentro de la generación de los 50 o la de los niños de la guerra, el legado de Aldecoa se reivindica desde distintos ángulos, muy especialmente esa historia de ficción de tintes realistas. Desde su inclusión por parte de la revista literaria Letras Libres como una de las “25 obras debidas a escritoras españolas que han influido en el devenir de los últimos cien años”, a otras disciplinas artísticas como el teatro. La adaptación teatral de Gemma Miralles, interpretada por Paula Llorens en el papel de la profesora López Pardo, se ha llevado con éxito por parte de la compañía valenciana Cactus Teatre en varios puntos de la geografía estatal hasta noviembre de 2021.

A finales de 2004, la novelista y fundadora de la escuela Estilo, vio cómo se reeditaba su libro más leído en la entrañable colección Crisolín de la editorial Aguilar, desaparecida en 2019. Estos minúsculos libritos, de 6,5 centímetros de base y 8 de alto, se habían convertido en todo un clásico navideño y se sacaban al mercado uno o dos títulos muy conocidos por temporada. El lote completo está compuesto por 80 números, publicados entre 1946 y 2017, y entre los que se encuentran ‘Platero y yo’, de Juan Ramón Jiménez, ‘La Gitanilla’, obra de Cervantes, y el emblemático ‘Poeta en Nueva York’, de Federico García Lorca, entre otros. ‘Historia de una maestra’ tuvo el honor de entrar en este selecto club.

Durante la presentación de la reedición, Aldecoa, ya mayor, repasó la importancia de su obra magna, tanto a nivel personal como en un plano histórico. “En esta novela están los dos caminos que han marcado mi vida; está la experiencia que vi y viví al lado de mi madre. Es un testimonio literario, pero también muy real de lo que fue aquella España”. Agradecida por la segunda vida que tuvo el libro, subrayó la importancia de la enseñanza y se sorprendió del respaldo gozó su relato en una primera instancia. “Eran los años ochenta y la literatura social, crítica o realista no parecía lo más adecuado. Sin embargo, ésta es la obra por la que más se me estima”, dijo la escritora.

“Me gusta leer sobre mujeres que han trabajado como profesoras a lo largo de la Historia”

“Yo estoy leyendo ‘Memorias de la melancolía’, de María Teresa León, la mujer de Alberti”