l exnadador eibarres Markel Alberdi a sus 30 años ha vivido la cara y la cruz del deporte de alto rendimiento. Por un lado, y gracias a un esfuerzo titánico de muchos años logró alcanzar su tan ansiado objetivo, ir a los Juegos Olímpicos de Río Janeiro 2016 y por el otro, acumuló un tremendo desgaste mental que no sabía identificar. El camino hacia su sueño, como dice, no fue para nada sencillo y en el mismo trayecto hubo más de una ocasión en la que pensó en dejarlo todo. No lo comprendía. No sabía que le pasaba. ¿Por qué quería dejar un deporte en el que había disfrutado tanto durante tantos años de su vida? No quedaba nada para conseguir el objetivo de llegar a Brasil pero el joven nadador no tenía fuerzas.
No lo sabía pero el pasar tantas horas de su vida observando las tres líneas negras del fondo de la piscina le estaban pasando factura. El sueño, terminó durmiendo tan solo tres horas, cada vez se reducía más pero los entrenamientos se mantenían religiosamente en las 8 horas diarias. Él, comenzó a acumular la sensación de que algo le pasaba y lo trató de comunicar con su entorno o entrenadores pero cree que no supo hacerlo. Lo que le pasaba era interno y tras ir a los Juegos Olímpicos volvió a casa, a su Eibar natal y tras un tiempo en el que intentó seguir entrenando por su cuenta, tomó la decisión de dejarlo. “Muchos se retiran por lesiones físicas pues en mi caso me retiré por una lesión interna, una lesión mental”, dice.
En ese momento empezó a tratarse con psicólogos y psiquiatras para comenzar a saber quién era. Ese camino que comenzó hace cinco años finalizó hace pocos meses y por ello, hace un tiempo empezó a pensar que quería visibilizar de algún modo la salud mental, pero sería a su manera y valiéndose de sus conocimientos en ingeniería mecánica. Markel Alberdi este año se hizo con una máquina de unos 3.000 euros con la que podía cortar y tallar la madera como se le indique gracias a una aplicación del ordenador.
Así, poco a poco nació ‘The Line: una calle por la salud mental’ en el que une la natación, con su pasión por la madera y la ingeniería. Primero hizo pruebas, de qué hacer exactamente o cómo expresar lo que él quería mediante su proyecto. Tras un tiempo se le ocurrió que podía hacer una piscina de madera donde aparecería la línea negra del fondo de la piscina que tanto le acompañó en su vida y al mismo tiempo simularía otra que demostraría de algún modo que la vida no es una línea recta, que está llena de curvas, de altibajos y complicaciones. Para el agua pensó en utilizar epoxi, un tipo de resina coloreada en color azul.
Tiene dos modelos, uno es el grande que es el original y que puede personalizarse y luego decidió crear otro más pequeño que podría valer para todas las personas que no tuvieran tanta relación con la natación. Para hacer la maqueta del grande la máquina, después de que él meta las medidas en el ordenador, tarda una hora y para hacer uno de los pequeños necesita tres o cuatro horas en hacer 12. En ambos casos sale sin lijar, barnizar y pintar. Ese es el tiempo que la máquina necesita para hacer su trabajo. Luego cada uno los lija y les da dos capas de barniz, pinta de negro la raya central y hecha epoxi para simular el color azul del agua.
Para financiar el proyecto, que es sin ánimo de lucro, pensó en una plataforma de ‘crowdfunding’ con la que donaría el 70% del dinero que lograría a la Confederación de Salud Mental de España. Una de las asociaciones que ayudan a que esa linea curva de la vida sea un poco más fácil para muchas personas. Por ello, pensó en la web de ‘crowdfunding’ Verkami y ahí puso un tope 2.500 euros. Era lo que tenía que conseguir y tras difundirlo entre sus contactos en diez días lo logró. Esto significaba que le faltaban 30 días, hasta completar los 40 que puede estar en la web abierto para recibir donación, acumulando más dinero.
Finalmente, obtuvo 3.200 euros, que se traduce en un total de 114 proyectos que tiene que hacer de ‘The Line’, de los cuales 66 son en formato pequeño, mientras que el resto son los grandes y algunos de ellos además están personalizados.
“Quería mezclar la natación, mi pasión por la madera y la ingeniería y hacer ver que la vida no es en línea recta”
“Es un proyecto sin ánimo de lucro con el que he recaudado 3.200 euros a través de crowdfunding”
“El 70% de la recaudación voy a destinarla a la Confederación Española de
Salud Mental”