El coronavirus era una amenaza que se veía lejana y todas las noticias que llegaban primero desde China y posteriormente desde los países europeos en los que se dieron los primeros casos y que señalaban a una pandemia global no se tomaron realmente en serio hasta que el covid-19 apareció en Álava.

La tarde-noche del viernes 28 de febrero de 2020 se detectó en Txagorritxu el primer positivo en Euskadi por el virus SARS-CoV-2. Para colmo de males, en una profesional de la medicina, que durante los días previos a ser diagnosticada había tratado a varias pacientes en el hospital, lo que condujo a que de manera inmediata se activaran todas las alarmas y, también, todos los protocolos para tratar de contener un virus que ya estaba en el ambiente –posteriormente se descubrió que el contagio se realizaba a través de microgotas y aerosoles– y que se había metido de lleno en el hospital de referencia de la ciudad.

Enfermeras de Osakidetza tratan a un paciente hospitalizado en la UCI por covid. Luis Tejido

Inmediatamente, se comenzó a hacer un listado con los contactos de esa primera paciente diagnosticada –visto el desarrollo después de los contagios, seguramente se produjeron otros casos antes que no fueron detectados y hay estudios que determinan que el virus llegó a Gasteiz el 11 de febrero–, a realizar pruebas, a tomar medidas de aislamiento...

La tarde-noche del viernes 28 de febrero de 2020 se detectó en Txagorritxu el primer positivo en Euskadi por el virus SARS-CoV-2

Quienes antes pensaban que el virus iba a provocar casos aislados sin mayor trascendencia, pronto comprobaron que se encontraban equivocados y los contagios comenzaron a multiplicarse, mientras a nivel médico se buscaban soluciones de emergencia para tratar de contener su propagación.

Y, además, el coronavirus comenzó a mostrar su lado más mortífero, con la certificación de las primeras muertes (fueron casi 600 en Álava durante el año 2020).

La ola de contagios fue creciendo hasta hacerse gigantesca –y eso que muchos casos ni se diagnosticaban en ese primer momento– y se multiplicaron los ingresos hasta desbordar unos servicios sanitarios en los que se tuvieron que aplicar soluciones de emergencia para dar cabida a todos los enfermos por coronavirus y preservar la salud de aquellos ingresados por otros problemas.

Durante 2020, el coronavirus mostró su lado más mortífero, con la certificación de prácticamente 600 muertes en Álava

Llegaron las primeras muertes en residencias, el cierre de los colegios –los de Labastida y Odón Apraiz, en Vitoria, fueron los primeros en todo el Estado–, los aislamientos, las cuarentenas y la aparición de las mascarillas, que se convertirían en complemento imprescindible durante unos meses en los que emergencia sanitaria y estado de alarma hablaban bien a las claras de la gravedad de la situación.

La calle Paz completamente vacía durante el confinamiento Alex Larretxi/Pilar Barco/Jorge Muñoz/Josu Chavarri

Tanto, que se decretó un confinamiento a nivel nacional que obligaría a toda la ciudadanía permanecer en sus domicilios y solo abandonarlos en caso de máxima necesidad desde el 15 de marzo y que se extendió, aunque rebajando las restricciones al final, hasta el 21 de junio de 2020.

La sociedad tuvo que someterse a un duro confinamiento en sus domicilios para atajar los contagios antes de la vacunación masiva

Las calles se vaciaron por completo y el ruido propio del día a día dio paso a un silencio casi sepulcral que solo se rompía de manera notoria cada día a las 20.00 horas, cuando prorrumpían los aplausos en agradecimiento a los sanitarios que estaban luchando el primera línea contra el virus.

La mayoría de los trabajadores se vieron obligados a quedarse en sus casas –los expedientes de regulación temporal de empleo se pusieron a la orden del día–, los colegios cerraron y solo aquellos cuya labor era indispensable podían salir, debidamente acreditados, a la calle sin restricciones. Lo nunca visto, lo inimaginable, se hizo realidad durante esas semanas.

Y lo inimaginable, tener una vacuna para contrarrestar el virus, también se hizo realidad en tiempo récord. Llegaron los pinchazos, los vacunódromos, las dosis de diferentes empresas farmacéuticas, la inmunización... y, pasados muchos meses y, aunque el coronavirus siga entre nosotros, el regreso a una normalidad que el covid-19 rompió durante demasiado tiempo.