Nuestro hogar, piso o vivienda, no es solo nuestro. Además de quienes estemos empadronados allí y de las mascotas que nos acompañan, hay otros okupas algo más discretos que también disfrutan de las ventajas de refugiarse entre estas paredes. Algunos son permanentes y otros hacen una visita de temporada.
A algunas de estas últimas probablemente ya habrás comenzado a sufrirlas, ya que resultan poco tímidas. Vuelan alrededor de tu cabeza con su zumbido pesado de mosca gorda o notas las cosquillas que las patitas hacen en tu piel esas otras más pequeñas que insistentemente se posan una y otra vez en brazos o manos. Entre las cohabitantes permanentes hay uno que causa especial repulsión: la cucaracha, tímida y amante de la oscuridad. Si empezamos a verlas, indica una infestación seria.
Además de la molestia o impresión que nos cause la presencia de estos insectos, puede existir un problema de higiene si llegan a entrar en contacto con la comida.
Aunque parece que no hay manera de espantarlas... ¿O sí?
Antimoscas
Las moscas y el verano son un binomio que parece indisoluble. Cuando se alarga el día y el calor parece asentarse, comienzan a verse moscas que parecen tener especial predilección por dar vueltas en el centro de la habitación, las pequeñas, y chocar contra los cristales, las gordas.
El sistema para librarse de ellas se centra habitualmente en la fuerza bruta con un matamoscas o el ocasional periódico enrollado. Poco se ven ya esas cintas pegajosas que se colgaban del techo y la guerra química se ha pasado a los sprays, más manejables.
Frente a estas opciones algo tóxicas y molestas también para los humanos y las mascotas, son muchos los que tratan de buscar soluciones más naturales, menos agresivas. Suelen ser muy típicas las velas de olor, en especial las de aroma de geranio, que parecen particularmente efectivas contra las moscas.
Pero sin necesidad de pasar por una tienda, podemos fabricar en casa nuestro propio repelente antimoscas. El más habitual suele ser el poner unos clavos de olor en medio limón. Pero hay otro remedio igual de sencillo y que no depende de una especia no demasiado común en los hogares. Así lo afirma el medio portugués Postal. Con un sencillo y simple ingrediente culinario que existe en la mayoría de las casas, se puede armar una alternativa más natural y barata. Se trata del laurel, esas hojas aromáticas que tanto se usan en los guisos más tradicionales.
Según explican, “el laurel tiene propiedades repelentes gracias a algunos de sus aceites esenciales, como el cineol y el eugenol. Estos compuestos, al liberarse en el ambiente, crean un aroma intenso, agradable para el ser humano, pero un verdadero obstáculo para los insectos”.
Indican que los mejores lugares para colocar unas hojas o una rama son las puertas, las ventanas o en las despensas. Además, se puede potenciar su efecto machacando un poco las hojas secas o hirviéndolas en agua y rociar con ella zonas difíciles de alcanzar.
Anticucarachas
Las cucarachas son otros insectos que se apuntan a vivir en nuestras casas. Su presencia no conoce la estacionalidad y, mientras puedan disfrutar de un rincón oscuro, aislado, húmedo y con calor, no se van a mover de allí. Su discreta presencia no suele ser detectada hasta que la infestación alcanza cierta importancia o las sorprendemos moviendo muebles que ocultan sus nidos.
Uno de sus rincones preferidos son las neveras. Afortunadamente, no suele ser dentro: hace demasiado frío, aunque puedan encontrar el alimento que buscan. Por eso prefieren la parte trasera de estos electrodomésticos, donde encuentran la oscuridad que las oculta. En concreto, suelen instalarse en la zona del motor, la bandeja de goteo y los conductos de ventilación del frigorífico.
Desde México, la web Excelsior ofrece una solución sencilla y eficaz para alejar de estos rincones a tan indeseados visitantes sin tener que recurrir a medios más tóxicos como cebos con veneno, que también pueden dañar a los humanos y a sus mascotas. Y también en este caso, la solución la podemos encontrar en nuestra despensa.
Basta con mezclar, en un recipiente que se coloca detrás del frigorífico o donde creamos que se esconde el nido, una mezcla a partes iguales de bicarbonato de sodio y azúcar. La idea es crear un cebo atractivo, el azúcar, con un elemento que les resulte tóxico, el bicarbonato, que les altera el sistema digestivo. Tras ingerirlo una vez, no volverán a acercarse a esa zona y abandonarán ese refugio.