La escalada de los precios de la electricidad y el gas en los últimos meses, agravada tras la explosión de la guerra de Rusia contra Ucrania, está poniendo al límite a numerosos ciudadanos. Son muchas las familias que están teniendo problemas para hacer frente a los recibos, dado el aumento descontrolado de los precios.
Ante esta situación, el ahorro de energía se plantea como una de las principales preocupaciones en numerosos hogares. Los diferentes aparatos, imprescindibles en el día a día de las familias, precisan de una red eléctrica que garantice su funcionalidad. Esto hace que la potencia que contrata cada familia esté determinada por sus necesidades. Por eso, es fundamental destacar que cada hogar es distinto, por lo que precisa una determinada potencia. Lo mejor para saber cuál es la más adecuada para el entorno es dejarse asesorar por una comercializadora para realizar el trámite y, además, determinar la cantidad que más se ajuste a la casa.
Aquí influyen, por ejemplo, el tipo de electrodomésticos de los que dispone la vivienda, y el uso que se hace de los mismos. No es lo mismo poner la lavadora cinco veces a la semana, que tan solo una.
Como tampoco es lo mismo tener la etiqueta D, el certificado de eficiencia energético más bajo y, por lo tanto, la que más consume, que una ECO (A+), que contribuye a la eficiencia energética.
Servicio stand by para ahorrar energía
Un modo de ahorrar energía es contar con el servicio stand by, o modo de espera, que mejora la eficacia de los aparatos eléctricos. Hay ocasiones en las que gastamos energía sin que los dispositivos estén en marcha. Esto puede suponer alrededor del 2% del total de nuestro consumo. Siempre que tenemos un dispositivo enchufado a una red, para usarlo de inmediato, seguimos consumiendo y comiendo energía.
Los televisores, ordenadores o microondas son ejemplos de energía que no se emplea de manera adecuada, porque aún no usándolos, consumen energía. Para evitar este tipo de gasto innecesario, es recomendable desenchufar todos los aparatos que puedan distorsionar la red eléctrica y provocar más desembolso económico.
Con todo esto, no solo ahorramos energía y dinero, sino que nos comprometemos con un mundo más ecológico y responsable con el medio ambiente, al reducir las emisiones de partículas nocivas para el CO2.