Hace ahora un año, durante los Juegos Olímpicos de París, la arquera azerbaiyana Yaylsgul Ramazanova compitió embarazada de seis meses y medio. Suya fue una de las imágenes de las Olimpiadas, donde aparecía con una barriga perceptible durante uno de sus lanzamientos. También llamó la atención una de las frases que dijo entonces Ramazanova, que cayó en octavos de final, como si su estado hubiera impulsado su actuación: “Sentí que mi bebé me pateaba antes de lanzar mi última flecha y luego le di al 10”. 

Laura Ugarte sufrió una grave lesión medular en 2019 después de un grave accidente con su coche.

Embarazo de riesgo

Laura Ugarte (Ozaeta, 30 años) también estuvo en la cita olímpica de 2024. Y la deportista alavesa, que formó parte de la selección española de baloncesto de los Juegos Paralímpicos de París, espera, asimismo, la llegada de un niño al mundo para principios de septiembre. La jugadora del club deportivo Zuzenak de Vitoria, una entidad que desde los años 80 promueve la inclusión de las personas con discapacidad, se acogió a la baja por embarazo de riesgo el pasado mes enero.

Los médicos le recomendaron que aparcase el baloncesto, sobre todo, por los “impactos” que pudiera recibir de algún balonazo en la cancha. “Era una situación que no solo estaba en mi mano. Si seguía jugando podía recibir un mal golpe”, subraya Laura desde su domicilio en la capital alavesa, un piso adaptado para personas en sillas de ruedas en el que vive sola. 

Laura Ugarte formó parte de la selección española de baloncesto de los Juegos Pa0ralímpicos de París Cedida

Durante la conversación telefónica, se percibe una voz de fondo. Es su pareja. La intención es que en un futuro ambos se muden, junto al bebé recién nacido, a otro apartamento adaptado. Será la primera vez que puedan vivir juntos. Pero, de momento, no han encontrado ninguno que se ajuste a sus características. Si ya es difícil alquilar una vivienda en el actual mercado inmobiliario, estando en silla de ruedas todo se vuelve mil veces más complicado. Laura Ugarte, que sufrió una grave lesión medular en 2019 después de un grave accidente con su coche, dice que no solo se trata de que haya una rampa a la entrada de la casa. “Son muchas cosas: la cocina, el baño, la habitación del niño… Todo tiene que estar adaptado”. 

Resaca de París 2024

  • Sabor agridulce. Laura Ugarte recuerda que la escasa preparación previa de las jugadoras de la selección española jugó en contra de sus opciones en los Juegos Paralímpicos.
  • Reconocimiento. Junto con las paralímpicas alavesas Agurtzane Eguiluz y Naiara Rodríguez, encendió las pasadas luces de Navidad en Gasteiz. Aunque aún hay mucho que recorrer, Laura cree que el deporte femenino tiene cada vez más visibilidad.

En un mundo ideal, se desplazaría a su pueblo, Ozaeta, a unos 20 kilómetros de Vitoria-Gasteiz, capital del municipio de Barrundia y donde, dice, “hay de todo”. Sobre el episodio que trastocó su vida con 25 años, Laura ha “aprendido a vivir con ello. Fue un golpe muy duro y sigue siendo traumático, porque, de alguna manera, ha supuesto una pérdida”. No obstante, el recuerdo ya no le genera “un conflicto o malestar”. Con ayuda psicológica, logró erradicar de su memoria una experiencia tan negativa. Seis años después, sigue yendo a terapia y defiende este tipo de tratamientos para abordar la salud mental. “Creo que es supernecesario. Al menos en mi caso. Mientras pueda permitírmelo, seguiré yendo”, asegura la jugadora paralímpica. 

Sentimiento de nostalgia

A Laura Ugarte nunca le había gustado especialmente el baloncesto hasta que probó suerte más de un año después del accidente. De pequeña, practicaba natación y aprendió euskal dantzak. Seguía al Baskonia como una aficionada más, pero nada fuera de lo común. Su progresión ha sido espectacular, hasta el punto de lograr la medalla de oro en el europeo de 2023. Forma parte de la fundación Basque Team. Ahora que hace un semestre que no pisa una cancha de basket, admite que lo echa de menos. “Siento un poco de envidia sana y me da nostalgia. Creo que es buena señal: si no fuera así, tendría que replantearme las cosas”. Su plan es reincorporarse “lo antes posible” el año que viene a las filas del Zuzenak. El baloncesto —“y todo el ambiente y buen rollo que se genera a su alrededor”— le ha dado una segunda oportunidad. “Me ha devuelto las ganas de vivir”, concluye.