Es su primer libro, pero con Personas, bestias nos ha acercado a la mente de diferentes criminales para ofrecernos un estremecedor repaso a la crónica negra del Estado y a las explicaciones que ofrece la criminología para entender los diferentes casos. 

¿Siente que la esencia del ser humano, después de todo lo que ha visto e investigado, es eminentemente buena o mala? ¿Estamos condicionados para un lado u otro?

Yo creo que el bien, o el amor en su máxima expresión, es el motor de todo. Creo que todas las personas nacemos con una pequeña semilla dentro que podemos considerar mal, pero es una pequeña semilla. Yo en este libro intentaba comprender qué elementos riegan esa semilla a lo largo de la vida de una persona para transformarse de persona a bestia, pero ocurre en casos residuales. Son llamativos porque las consecuencias son devastadoras, pero creo que son casos residuales, y la civilización y la humanidad han demostrado que el bien se impone casi siempre por encima del mal. 

En este libro nos explica que se puede tener cierta predisposición, algo que nos pueda condicionar, pero ello no quiere decir que una persona vaya a convertirse en criminal.

Claro, exactamente. Se pueden tener condicionantes biológicos, genéticos… Podemos heredar algunas tendencias, pero mantenemos la capacidad de elegir, y haber nacido con esas tendencias no nos convierte necesariamente en asesinos. Se necesita un cóctel de factores, y es lo que a mí me interesaba también, descubrir cuál era ese cóctel. Por supuesto, la biología es uno, pero creo que el ambiente prevalece sobre la biología.

Analiza además casos que han sobrecogido a la sociedad. A nosotros leerlos nos revuelve el estómago, pero a algunos de los protagonistas de estos casos no les afecta haberlos cometido. ¿Qué ha sentido usted mientras los investigaba?

La verdad es que es una mezcla de sensaciones. A nivel de investigación, este es un muestrario de argumentos criminológicos que para la prevención es fundamental estudiarlos. A nivel emocional es imposible desligarse de estas historias, porque son historias humanas en las que hay mucho sufrimiento y necesariamente te toca. Entonces, es una especie de dualidad. 

Entre los casos encontramos el de Patrick Nogueira, el primer crimen retransmitido por WhatsApp. ¿Siente que las redes sociales jugarán a partir de ahora un papel importante en el ámbito criminal? ¿Pueden estas llegar a, como teme alguna gente, insensibilizar a ciertas personas?

Puede ser un arma de doble filo, pero a veces creo que demonizamos un poco las redes sociales y yo entiendo que hace más ruido en general lo negativo, pero creo que las redes nos ayudan también a mantenernos unidos y hacerle frente al mal. Es verdad que en el caso de Patrick Nogueira, este describió todo el asesinato, y posiblemente lo que las redes sociales puedan hacer es facilitar las investigaciones. 

De Euskal Herria en el libro menciona el caso del monje shaolín, donde explora el campo de las sectas. ¿Cualquier persona puede caer presa de las redes de una secta?

Absolutamente cualquier persona. De hecho, no existe un perfil victimológico cuando hablamos de sectas porque estos grupos en muchas ocasiones se hacen pasar por grupos de autoayuda o grupo benévolos, pero en la mayoría de los casos se esconden segundas intenciones, utilizan técnicas de coerción y manipulación y se aprovechan de personas en estado de vulnerabilidad. Por lo tanto, todo el mundo a lo largo de su vida pasa por un momento de vulnerabilidad, y ahí es donde las sectas atacan. Por eso, cualquier persona puede caer presa de ello y por eso es tan importante hablar de ellas. 

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Si tuviera que describir a este falso monje y los crímenes que cometió, ¿qué palabras se le vienen a la cabeza?

Se le pilló a tiempo, porque se estaba convirtiendo en un asesino en serie. Estaba llevando a cabo conductas típicas de líderes sectarios, era una persona narcisista con tintes psicopáticos, y además megalómano, porque se había inventado una identidad y había conseguido colársela a los medios de comunicación, radios, televisiones… Había conseguido montarse un perfil totalmente contrario a lo que él era realmente, así que me parece un manipulador con conducta típica de líder sectario. 

De varios de los casos de los que habla en el libro se han hecho series, documentales, episodios en pódcasts… ¿Por qué existe tal fascinación por explorar el lado oscuro del ser humano?

Creo que la fascinación por este campo viene de siempre. Ya en los folletos del siglo XVI, XVII en Francia, Reino Unido o España se hablaba de sucesos y de crónica negra. Creo que explorar el mal es una forma de preguntarnos también quiénes somos, si tenemos alma, si existe Dios, y al final es explorar la propia condición humana, algo que el ser humano lleva haciendo desde que existe en la Tierra. Puesto que el bien forma parte de nosotros y el mal también, creo que todo termina siempre en la pregunta filosófica de quiénes somos y si hay algo más allá. 

¿Siente que la ciencia puede llegar a revertir esos instintos criminales en las personas?

Creo que la ciencia trabaja en ello, y se están dando pasos y grandes avances, y cuanta más investigación haya más herramientas de prevención tendremos. En el ámbito de la psicopatía todavía estamos al principio, pero veo que avanza y que cuanta más investigación haya más herramientas tendremos para la prevención.