Manuel Ríos San Martín comenzó sus años universitarios en una facultad de Derecho, pero pronto emergió de su interior el deseo de escribir, así que se pasó a Ciencias de la lnformación en la rama de Imagen y se forjó en el mundo de la televisión. Ha sido guionista de series que han tenido gran repercusión y en estos momentos presenta su último libro, Donde haya tinieblas. Un asesino en serie, el trasfondo de la religión y dos investigadores, uno de la vieja escuela y una joven que quiere cambiar el mundo, resumen qué centra la acción de la trama.
¿Qué ruta nos impone su libro Donde haya tinieblas?
-Es fundamentalmente un thriller. Tiene mucho ritmo, son capítulos cortos y cada uno de ellos tiene bastantes sorpresas para el lector, así que hay mucha tensión en cada página.
¿Puro thriller?
-A mí me gusta que mis novelas tengan algo más, y por eso las recubro de un fondo especial para cada historia. Esta tiene un fondo de arte religioso en distintas iglesias de España. También tiene una cierta reflexión sobre la intolerancia.
¿Resulta fácil para el lector llegar al fondo y hacer reflexiones?
-Según se avanza en la historia se profundiza en las tramas y van saltando las reflexiones. Mi pretensión, si abres el libro, es que lo pases bien, pero que también te plantees alguna pregunta.
Dos de sus tres libros responden al formato thriller. ¿Es el género que más le gusta?
-Ahora sí. Antes no era escritor de thriller ni era lector de este género. Sí que leía novelas relacionadas con el thriller, pero no era el género que más me interesaba. Pero el tiempo me ha convencido.
¿En qué sentido?
-En el de comprender que el thriller te permite hacer una doble lectura y su estructura logra que el lector se enganche. Por una parte puedes conseguir que se siga toda la historia con mucha pasión, pero a la vez puedes meter una capa que invite a la reflexión sobre temas muy distintos. En este libro se habla de religión, de redes sociales, de intolerancia...
Hay escritores de thriller que se sienten cómodos en el género porque les permite hacer una radiografía de la sociedad...
-Sí que lo permite. Tú solo tienes que enganchar al lector y cuando ya lo tienes enganchado, vas y le metes otros temas candentes en la sociedad. Pero lo tienes que hacer sin que decaiga el ritmo. No puedes aprovechar a contar algunos temas ralentizando la lectura. Hay que buscar un equilibrio y planteártelo como un reto.
Hacer guiones y libros parte de la misma base: la escritura. ¿Combinan bien ambas actividades?
-Sí, escribir libros y ser guionista combina bien. Físicamente es un trabajo parecido, porque lo haces sentado y te obliga a estar frente a un ordenador. Como guionista me he creado la capacidad de trabajar y de concentrarme. Y lo puedes aplicar a una serie de televisión o a una novela.
¿Pero?
-En una serie, cuando acabas tu trabajo sabes que después llega un equipo de gente que va a transformar lo que tú has hecho en diálogos y en la historia que después se verá en televisión. Sin embargo, cuando terminas una novela no entra nadie más que el lector. La relación se establece entre tu texto y su cabeza. Nadie te va a ayudar a construir nada.
¿Qué le llevó a ser guionista?
-Empecé estudiando Derecho, pero eso fue porque andaba un poco despistado. Recuerdo que con cuatro años, más o menos, estaba con varicela en casa, estaba fatal, me picaba todo y mi abuela, que era vasca, me empezó a contar cuentos clásicos, y cuando lo hacía me dejaba de picar el cuerpo. A raíz de eso y de recordarlo me di cuenta del poder de las historias, de cómo tu mente puede viajar de una manera sorprendente y hacerte olvidar incluso los problemas. Ese germen quedó dentro y cuando vi que el Derecho no era lo mío y que lo que me apetecía era hacer cortos, renació lo que llevaba muy dentro desde que era un niño.
Habla de hacer reflexiones. ¿Cuál tendríamos que hacer sobre su nuevo libro?
-¿Una reflexión? Perdón o venganza; misericordia o castigo. Es un planteamiento que tiene que ver mucho con la religión y también con la sociedad.
¿Cree que somos más partidarios de perdonar o de vengarnos?
-Ambas posiciones son muy propias del ser humano. Yo soy más partidario de llegar a acuerdos; por lo tanto, soy más partidario del perdón. Ahora, si te han hecho una faena, el perdón no es un camino fácil. Prefiero pensar más que la sociedad no piensa tanto en la venganza como en el perdón.
La religión está perdiendo peso en la sociedad, su capacidad de influencia parece menor y la fe no crece.
-Es cierto, la religión cada vez rige menos nuestras vidas, pero hay conceptos que trata la religión que sí tienen su influencia. Una cosa es que el culto religioso cada vez sea menor, pero las grandes preguntas que se hace la Iglesia siguen estando ahí y muchos siguen buscando las respuestas. La novela es una excusa para hablar de todo ello. Creo que este libro habrá gente que lo vea desde el punto de vista religioso y otra que lo enfoque desde aspectos más sociales. En la novela, el personaje más adulto tiene una conciencia religiosa y la chica que le acompaña en la investigación tiene treinta y tantos años y ninguna cultura religiosa. Es absolutamente laica.
¿Hay choque cultural en este sentido?
-Hay un diálogo entre ambas culturas y las dos tienen valores, pero también es posible que tengan alguna carencia.
¿Cuál cree que es la religión de los jóvenes? Parece que los youtubers se han convertido en los nuevos guías.
-Qué difícil me lo pones. Yo tengo hijos adolescentes y tampoco puedo contestar muy bien sobre este tema. No creo que se pueda decir que los youtubers sean una nueva religión, o que Instagram lo sea. En la novela digo que antes se seguía la vida de los santos y ahora se sigue la vida de los influencer.
Siempre se buscan modelos paralelos a seguir.
-Pero de ahí a comparar las redes sociales y a sus líderes con la Iglesia, creo que no. La gente, cuando se harta de todo esto, se va, abandona. La religión era algo más complejo.
Hablemos de abandonos. ¿Se ha olvidado de los guiones de cine o televisión?
-No, sigo trabajando en las dos cosas. Con el confinamiento la televisión se paró y un par de proyectos en los que estaba trabajando se retrasaron. Eso me ha permitido estar siete u ocho meses escribiendo una novela y sin hacer otra cosa.
¿Le parece poco?
-Escribir una novela tiene su trabajo, pero para mí dedicarme a ello en exclusiva ha sido una experiencia. La huella del mal, por contra, la escribí mientras hacía televisión. Por la mañana hacía una cosa y por la tarde otra, pero ahora dedicarle todo mi tiempo a la novela le ha venido muy bien, le ha dado mucha continuidad y se te hace más llevadera.
¿Tiene previsto alguna serie a corto plazo?
-Estoy trabajando en la adaptación de La huella del mal. Hay una productora que me ha comprado los derechos y estamos transformándola al lenguaje de la televisión. Aún no hay ninguna cadena definitiva, aunque sí se han interesado por ella. Está siendo una experiencia interesante.
Interesante sí, pero ¿fácil?
-No, ninguna adaptación es fácil. Decía que es interesante porque es un texto tuyo, pero lo abordas de otras formas, incluso con una visión crítica. La serie no tiene por qué arrancar igual que la novela, ni tampoco los personajes tienen por qué tener la misma importancia.
Hay una serie que es mítica ya en la televisión y en la que usted es uno de sus guionistas: Colegio Mayor.
-Es que esta serie en el País Vasco fue una locura; se pasaba una y otra vez. A mí me llamaba gente y me decía: La han vuelto a poner. Fue increíble, me hacía mucha ilusión. Fue la primera que hice y fue también difícil de levantar. No había mucha experiencia en España en este tipo de historias, pero funcionó muy bien y durante veinte años la han estado reponiendo en el País Vasco y en otros lugares.
Parece que ha disfrutado mucho de su vida laboral.
-Y disfruto. Sigo en ello y me gusta mucho todo lo que se está haciendo en televisión. Sobre todo, he tenido mucha suerte y me ha permitido vivir de una profesión en la que estamos mucha gente y que tampoco es fácil. Y es cierto también que las series en las que he estado han tenido éxito.
¿Ha gozado de tan buena salud su vida como escritor?
-Tiene salud, pero hubo momentos que estuvo muy parada porque el trabajo en televisión me impedía escribir libros. Ahora que he pillado tres novelas seguidas, Círculos, La huella del mal y esta, sí tengo cierta continuidad.
En el pasado las series se alargaban hasta la eternidad y ahora salvo un par de ellas, Cuéntame o La que se avecina, no van más allá de las tres temporadas.
-Pienso que al espectador le cuesta aguantar series de larga duración, pero hay casos como estas dos que nombras que ahí siguen. También es cierto que las cadenas buscan la novedad. Prefieren estrenar más y llamar la atención que el que tengan continuidad.