Situado en pleno centro de Tudela, el Remigio es un establecimiento con solera, dirigido con acierto por los hermanos Juan y Luis Salcedo, quienes pertenecen a la tercera generación de una familia, los Salcedo, dedicada en cuerpo y alma a hacer de este lugar “la casa de comidas de todos los tudelanos”. Hablamos con Juan (Tudela, 1981), jefe de sala y miembro de la gerencia, que, en plena celebración del 60 aniversario del negocio familiar, repasa el devenir de aquella posada reconvertida ahora en un moderno y confortable hotel, y el laureado restaurante, que en 2019 fue distinguido con un Sol Repsol, título que revalidaría en 2022, gracias al buen hacer en los fogones de su hermano Luis, quien también estudió en la facultad de Ciencias Gastronómicas de Donostia. “Hemos crecido aquí. Mi familia siempre se ha dedicado a la hostelería. Mis abuelos, que ya regentaban un restaurante, El Choko, decidieron hacerse cargo también del Remigio, pero el fallecimiento de mi abuelo, dejó a mi abuela viuda y con cuatro hijos pequeños a su cargo. Tuvo que elegir con cuál de los dos restaurantes se quedaba y se lo jugó a cara o cruz con su primo Serafín. Después, fueron mis padres quienes le tomaron el relevo en el negocio, y ahora lo llevamos entre mi hermano y yo, eso sí, con la ayuda de mis padres, que todavía están muy presentes”, relata.
“La formación es vital para lograr que un negocio florezca”
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, Juan tenía claro que la formación es vital para lograr que un negocio florezca. Por eso, y con la motivación de dar un nuevo enfoque al Remigio, en 2016 decidió matricularse en el máster en Gestión y Diseño de Experiencias de Turismo Gastronómico de Basque Culinary Center. “Quería especializarme en el sector de la restauración y la hotelería, porque queríamos renovar el hostal completamente. El máster me aportó conocimientos y una valiosa red de contactos que, entre otras cosas, me permitió hacer la campaña de comunicación del nuevo espacio”.
En cuanto a los conocimientos adquiridos, Juan destaca que uno de los aprendizajes que obtuvo en Basque Culinary Center fue sobre la importancia de rodearte de un buen equipo humano, porque “nadie debe ser imprescindible; todo tiene que ir sobre ruedas estés o no estés”.