Sabemos que consumir una cantidad excesiva de sal en la dieta puede resultar perjudicial para nuestra salud pero, al mismo tiempo, nos cuesta renunciar al sabor que esta proporciona a nuestros platos. 

La sal (cloruro de sodio) en si misma, consumida con moderación, no es mala, sino que es necesaria para que nuestro organismo funcione de la forma adecuada. El sodio es imprescindible para regular la hidratación y para reponer las sales que se pierden por el sudor, así como para controlar la presión arterial y el volumen sanguíneo. El cuerpo también necesita sodio para que los músculos y los nervios funcionen de la forma adecuada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no consumir más de 5 gramos de sal al día (unos 2 gramos de sodio). Además, la sal de mesa debe ser yodada de forma que garantice a nuestro organismo la cantidad de yodo que necesita para facilitar la síntesis de las hormonas tiroideas.

Lo cierto es que resulta complicado controlar la sal que tomamos a diario ya que, aunque reduzcamos la sal que echamos directamente del salero, hay otra gran cantidad de sal que ingerimos sin saberlo. Se trata de la que contienen los alimentos y muchos de ellos, como los envasados, congelados, enlatados y preparados, en una cantidad muy generosa. 

Los expertos señalan que es importante que consultemos las etiquetas de los productos y puntualizan que podemos considerar aceptables aquellos que contengan un máximo de 1,2 gramos de sal por cada 100 gramos de producto

Precisamente, el problema con la sal surge cuando consumimos más sodio del que nuestro cuerpo necesita y puede causarnos problemas de salud como hipertensión, accidentes cardiovasculares, úlceras de estómago, retención de líquidos, varices o celulitis.

Dos rodajas de salmón con abundante sal gorda y pimienta. Freepik

Pues bien, tanto si sufres algún problema de salud que haga desaconsejable el consumo de sal como si crees que ha llegado el momento de cuidarte, aquí te ofrecemos siete alternativas a la sal mucho más saludables. Son estas:

1- Hierbas y especias. Pimienta, orégano, cilantro, perejil, tomillo, albahaca, cúrcuma o curry son algunas hierbas y especias con las que conseguirás potenciar el sabor de tus platos de una forma saludable sin necesidad de añadir sal. 

2- Aceites especiados. Aunque puedes encontrar múltiples opciones en el súper, lo más saludable es que los elabores tú mismo. Solo necesitas tu especia favorita y mezclarla con un buen aceite de oliva virgen extra.

3- Ajo. Puedes utilizar la cabeza entera, uno o varios dientes o bien su versión en polvo, según el plato que vayas a elaborar. Carnes, sopas, platos de pasta, arroz, pescados o verduras obtendrán un potente sabor gracias a esta hortaliza.

4- Cebolla. Añádela a tus guisos y conseguirás realzar el sabor de los alimentos. Puedes utilizarla cruda para ensaladas o tentempiés fríos; frita, para purés, carnes y pescados; cocida, para estofados, salsas y sofritos, y encurtida o caramelizada, para aperitivos.

Verduras y especias junto a una botella de aceite de oliva. Freepik

5- Zumo de limón. Es una buena opción para alegrar ensaladas, eso sí acompañadas siempre de aceite de oliva intenso. Hay quien también utiliza este condimento para sazonar algunos pescados. 

6- Vinagre. Su sabor ácido dará sabor a tus ensaladas y elevará tus guisos elaborados con carnes de ave.

7- Picantes. Cayenas, guindillas o pimentones pueden darle a tus platos ese sabor que les resta la falta de sal. Seguro que si recurres a este tipo de condimentos no la echarás nada de menos.  

Si apuestas por utilizar estos productos naturales, estarás renunciando a un consumo excesivo de sal, pero no a disfrutar del sabor de tus platos favoritos.