La gamba, ese exquisito bocado que puede comerse cocido, a la plancha, al ajillo o como acompañamiento de otros platos como arroz, fideuá, gulas o merluza, está presente en nuestras mesas en cualquier época del año.
Muy codiciado gracias a su sabor, este crustáceo suele convertirse en uno de los protagonistas de la mesa en las celebraciones navideñas. Por eso, hay varias cosas que debes saber sobre este alimento, rico en proteínas y bajo en grasa, para poder disfrutarlo de la forma más saludable posible.
En primer lugar, este tipo de marisco es un alimento con un elevado contenido en cadmio, un mineral pesado que está en la carne oscura de estos animales, es decir, en la cabeza.
Por ello, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda no chupar con frecuencia las cabezas de las gambas, aunque asegura que hacerlo de vez en cuando no supone un riesgo para nuestra salud.
Los expertos advierten, además, de que las gambas no deben consumirse nunca crudas, ya que podrían contener ciertos patógenos que podrían infectarnos con alguna bacteria. Bien cocinadas, son un alimento saludable y seguro.
Por otra parte, al pelar la gamba observarás que tiene un hilo negro que recorre toda su cola. Y en ese momento nos asaltan las dudas: ¿qué es?, ¿debemos quitarlo?, ¿nos pasará algo si lo comemos?
Pues bien, se trata de su intestino y, a pesar de no ser tóxico, puede contener restos de alimentos sin procesar. Si no lo retiramos, al cocer las gambas podrían alterar su sabor y dotar a ese delicioso manjar de un cierto amargor.
Si esto no fuera razón suficiente para convencerte de que debes quitarlo, este hilillo también es el responsable de que a veces tengas la sensación de ingerir restos de arena.
Estos animales marinos carroñeros se alimentan de los restos de otros seres vivos que están en el fondo marino y al hacerlo ingieren también barro y arena. La cantidad es tan pequeña que no representa ningún peligro para la salud, pero sí una desagradable sensación al masticar.
Otro motivo para retirar esta tripa es la estética, ya que hay quien considera que su presencia afea el resultado final del plato.
Una sencilla técnica
De cualquier forma, si decides quitar ese hilo negro, sea por la razón que sea, la forma de hacerlo es muy sencilla: en primer lugar pela la gamba, retira su carne y déjala en un plato. Haz un pequeño corte transversal a media altura siguiendo la forma natural del lomo de la gamba, facilitando así su extracción.
Para sacarlo, ayúdate de un palillo o de la punta de un cuchillo bien afilado. Haz un movimiento de palanca para retirar la tripa. Cuanto más fresco sea el marisco, más sencillo te resultará. Intenta ser preciso para que salga a la primera sin romperse ya que, si no, podría verter sobre la carne los restos que contiene y estropear así su sabor.
Ahora ya lo sabes, la próxima vez que vayas a servir gambas utiliza esta técnica para retirar la tripa y, además de que tus comensales se chuparán los dedos, tendrás la tranquilidad de estar presentando el producto de la forma más saludable posible.