Diez años con la puerta abierta en la calle Burgos para dejar la bebida
El Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos de Vitoria celebra el sábado su aniversario en Ignacio Aldecoa
Una década de existencia de puertas abiertas las 24 horas del día dan para mucho. Jesús, uno de los miembros fundadores del grupo 24 horas que Alcohólicos Anónimos (A.A.) gestiona en Vitoria, el primero con esas características de todo Euskadi, ha sido testigo de numerosas vidas rescatadas del alcoholismo a lo largo de todo este tiempo. Empezando por la suya propia.
Este sábado, a las 12.00 horas, animan a que todo el mundo les conozca con una junta pública de información sobre la enfermedad del alcoholismo que tendrá lugar en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa (Paseo de la Florida, 9-bajo) con motivo de su décimo aniversario.
365 días
A diferencia de los grupos convencionales de A.A., sus integrantes se turnan para hacer guardia los 365 días del año, mañana, tarde y noche, y las puertas de su local se encuentran abiertas de forma permanente para quien lo pueda necesitar.
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Lo mismo ocurre con sus números de teléfono, (945 033 206 o el 632 110 009) o su correo electrónico vitoriagasteiz@aa24horas.com, donde al otro lado siempre va a haber una voz dispuesta a ayudar a cualquiera que tenga problemas con su manera de beber.
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Desde entonces, un centenar de personas cada añose han puesto en contacto con ellos y los más valientes han atravesado las puertas de su sede en la calle Burgos (barrio de Aranbizkarra) para contar sus vivencias a todos sus integrantes. De media, unas 15 personas se juntan en cada grupo. Hay turnos de mañana, de tarde... Cuando mejor conviene, porque tienen sus trabajos.
Requisito
El único requisito para sumarse a cualquiera de sus grupos es tener un mínimo deseo de mantenerse sobrio. Sus integrantes no necesitan pagar cuotas u honorarios, ni mucho menos pertenecer a una institución, religión u organización política. Lo único que todos comparten es la experiencia mutua y veteranos como Jesús les ayudan a sacar todo eso que llevan dentro.
Y les enseñan, sobre todo, tres lecciones. “Lo primero que nos dicen es que la guerra, si tú quieres, se acabó”. La segunda que “no eres culpable. Porque que ningún enfermo es culpable de tener una enfermedad”. Y la tercera es que, pese a todo, hay una vida maravillosa sin enturbiarla por el alcohol.