La vida es una tómbola, tom tom tómbola de luz y de color y en Vitoria durante las fiestas esa tómbola gira a toda velocidad dejando tras de sí un sinfín de planes y una programación llena de emociones para todas las edades. Entre risas, cabezudos y música, la ciudad se transforma en un auténtico carnaval donde la diversión no entiende de edades ni horarios. ¿Qué es lo que más les gusta a los gasteiztarras de sus fiestas? DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha salido a la calle para descubrirlo y, como en toda buena tómbola, las respuestas son variadas aunque, en muchas, también han coincidido en lo esencial.
Merche, Manolo, Pepi y Juan llegaron a Vitoria desde Logroño con la intención de pasar un día tranquilo, sin saber que ese mismo día la ciudad estaba inmersa en pleno festejo de sus tradicionales fiestas. La sorpresa para ellos fue mayúscula. “No teníamos ni idea de que hoy (por el miércoles) eran fiestas, nos lo hemos encontrado de casualidad”, cuentan entre risas mientras se abren paso entre la multitud que inunda las calles con música, risas y alegría. Aunque son visitantes habituales de la ciudad, lo cierto es que nunca antes habían estado en las fiestas y ya pueden asegurar que la experiencia “está siendo única”.
Desde el momento en que aparcaron el coche, notaron que el ambiente era diferente. “Nada más llegar, nos ha sorprendido el tremendo ambiente que se respira en cada esquina. La ciudad está viva, llena de gente y con una energía que contagia, lo que más nos está gustando es precisamente eso: el ambiente”, explica Merche, mientras su grupo asiente con una sonrisa.
Su entusiasmo es tal que no quieren perderse ni un solo detalle. “Queremos recorrer todo el centro, disfrutar de lo que nos de tiempo, las calles, las tradiciones… todo es nuevo para nosotros y queremos absorberlo al máximo”, dicen.
Amistad
Cerca de los visitantes logroñeses, otra escena rebosante de energía: Loli, Eva, Mila, Emilia, Boni, Araceli y Fuensanta avanzaban con paso firme, risas encadenadas y ojos bien abiertos. Son una cuadrilla de amigas inseparables, de esas que viven las fiestas de Vitoria como si fueran una misión: no perderse absolutamente nada. “Desde por la mañana estamos calle arriba, calle abajo. Unos ratos en un lado, otros andando hasta el otro… no paramos”, explicaban entre carcajadas. Su entusiasmo no tiene pausa, y la ciudad parece responder a su energía. A donde van, se cruzan con gente riendo, bailando, participando… “Esto es lo bonito de las fiestas, que la ciudad se convierte en un punto de encuentro, en un lugar lleno de vida donde cada paso es una sorpresa”, dicen. Para ellas, las fiestas son más que una tradición: son una forma de celebrar la amistad, el presente y la alegría de compartir.
¿Lo que más les gusta? El ambiente y la música. Aunque entre tantas fiestas, también dan espacio para la reflexión. También hay espacio para la reflexión. “Las fiestas han cambiado mucho ahora. Antes eran más familiares, más íntimas tal vez. Ahora es más… intenso, más de amistades”, comenta una de ellas. “Antes estábamos con los hijos y ahora muchas de nosotras somos viudas, y ni los nietos nos necesitan ya, así que nos juntamos y pasamos las fiestas juntas.” No lo dicen con tristeza, sino con una dignidad alegre, con esa mezcla de madurez y libertad que da haber vivido muchas fiestas, muchos veranos, muchas vidas.
Diversión
Venus, Clara y Álex también saben muy bien lo que es vivir las fiestas sin freno. Se les nota en la cara: llevan horas de aquí para allá, con la sonrisa puesta y el cuerpo en movimiento constante. “No pasamos por casa”, resumen, entre risas. “Pregúntanos qué tal cuando acaben, porque ahora mismo… ¡ni damos abasto!”, dicen casi a coro. Según explican, no paran. Desde el txupinazo hasta los conciertos nocturnos, pasando por vermús, kalejiras, bailes, fuegos artificiales y todo lo que se les ponga por delante. Lo suyo es una maratón festiva sin tregua y sin mapa fijo.
“Vamos improvisando sobre la marcha, pero la idea es no parar, nos encanta este ambiente festivo, hay muy buen rollo, mucha marcha y alegría por las calles. También nos están encantando los conciertos y la música... Lo mejor es que siempre hay algo que hacer, algo que ver, o alguien con quien encontrarte”, comentan. Para ellos, las fiestas son una especie de burbuja de libertad y alegría que hay que aprovechar al máximo mientras dura. Y por su ritmo, parece que lo tienen clarísimo: ya dormirán cuando pasen.
Y de unos extremos a otros, Vitoria también da la posibilidad de hacer planes familiares, más calmados en cuanto al ritmo frenético, pero también llenos de alegría pensados para los más pequeños. Es el caso de Larissa y Eva, con los pequeños Martín y Markel de cuatro años y año y medio. “¡Nuestros planes siempre giran en torno a los niños, a los peques les encantan los cabezudos y nos encanta la programación infantil!”.