Cada vez se habla más abiertamente de la sexualidad en general, pero poco se aborda la realidad sexual de las parejas cuando empiezan a tener hijos . Es a partir de esta etapa cuando aparecen o se potencian los problemas entre la pareja, en términos de entendimiento, de comunicación, de corresponsabilidad, y uno de los ámbitos más afectados ya la vez más importantes para que una relación sea sana y equilibrada, es la sexualidad. La sexóloga Sonia Encinas divulga sobre la sexualidad en la etapa de la maternidad/paternidad y crianza y atiende diariamente a muchas parejas en crisis sexual tras la llegada de los hijos. Recientemente acaba de publicar un libro titulado El sexo de las madres y presentará este último trabajo en Vitoria el próximo día 25 a las 18.00 horas en la Libreria Eva Forest Liburutopia –Cantón de Santa María 4– junto con Patricia Pérez, la autora de Despertar femenino.
¿Qué le ha motivado a escribir ‘El sexo de las madres’?
–Lo que me ha motivado principalmente es mi propia experiencia. Cuando llegué a la maternidad, me di cuenta de que la sexología, que es mi profesión, no había abordado este tema en ninguna de las formaciones que hice. Tampoco existen estudios, referencias ni artículos que hablen sobre qué ocurre con la sexualidad durante la maternidad biológica, ni en toda la etapa perinatal. Mucho menos se habla de lo que sucede después del posparto, más allá de los primeros seis meses.
¿Cuál es el cambio más importante que ha observado en las mujeres tras ser madres?
–En términos generales, después de ser madres experimentamos muchos cambios, pero en el ámbito sexual, aunque parezca repetitivo, puedo decir que hay una transformación significativa en nuestra vida sexual. Esto ocurre porque al atravesar la búsqueda del embarazo, el embarazo mismo, el parto y el posparto, estamos viviendo una etapa muy importante de nuestra sexualidad. Cada una de estas fases es crucial, pero lo particular es que nadie nos ha hablado realmente de esta dimensión sexual durante la maternidad. Esta experiencia suele chocar con un guion externo que llevamos incorporado, que en mi libro denomino el guion sexual patriarcal, porque ese guion no reconoce la maternidad como parte de nuestra sexualidad. Así, mientras estamos atravesando una etapa fundamental de nuestra sexualidad, nos encontramos con el relato social que dice que somos menos sexuales que nunca, lo que genera un choque muy fuerte. Algunas mujeres tienen el privilegio de desmontar rápidamente este relato aprendido, que asocia lo sexual exclusivamente con el sexo coital dentro de una pareja, generalmente heterosexual. Se validan a sí mismas y aprovechan esta etapa para revolucionar su sexualidad, ampliando el guion que nos han enseñado. Sin embargo, la mayoría de las veces estos cambios ocurren de manera inconsciente y eso suele generar mucha culpa.
"Esta experiencia suele chocar con un guion externo que llevamos incorporado, que en mi libro denomino el guion sexual patriarcal, porque ese guion no reconoce la maternidad como parte de nuestra sexualidad"
¿No validamos lo que estamos viviendo?
–No, no validamos que lo que estamos viviendo es, en efecto, una parte legítima de nuestra sexualidad, y en cambio nos enfocamos constantemente en lo que no tenemos. Esto se debe muchas veces al clima hormonal del posparto, pero también al cansancio, al aumento de responsabilidades, y al rol que ocupa la pareja en la relación. Así, el interés por el sexo compartido suele disminuir, especialmente en los primeros meses, e incluso durante los primeros años de crianza. Esta situación produce una gran culpa en las mujeres, porque en nuestra sociedad hemos sido construidas como garantes de la satisfacción masculina, y de repente ocurre un cambio muy potente en el foco de nuestra atención. El cambio más importante es que la experiencia sexual se sale del guion normativo que aprendimos, y el foco pasa de la pareja al bebé, lo cual despierta distintas emociones en cada mujer.
"No validamos que lo que estamos viviendo es, en efecto, una parte legítima de nuestra sexualidad, y en cambio nos enfocamos constantemente en lo que no tenemos"
¿Por qué cree que la sexualidad de las madres ha sido un tema poco visibilizado hasta ahora?
–Por un lado, por lo que acabo de comentar del guion sexualizado. Muchas mujeres incluso sienten que no hay nada sobre lo sexual en la maternidad para hablar. De hecho, una broma que me han hecho varias veces al hablar del libro es: '¿Un libro sobre el sexo de las madres? Eso sería un libro de una página'. Y justamente sucede lo contrario, porque lo que vivimos no encaja con el relato normativo. En segundo lugar, está el enorme peso del tabú. Venimos de una fuerte herencia cultural donde el sexo se percibe como algo sucio, vergonzoso, secreto y propio de la intimidad. Por otro lado, la maternidad se coloca en un extremo opuesto: se romantiza, se presenta como el propósito natural de las mujeres, una experiencia esencial llena de pureza y amor, pero totalmente desexualizada. Entonces, estos son los dos motivos principales: primero, porque el relato común dice que en la maternidad no sucede nada en términos sexuales, aunque en realidad sí pasa; y segundo, porque hablar de nuestros deseos, fantasías y lo que nos despierta la maternidad sigue siendo tabú, ya que hemos aprendido que el sexo es sucio y la maternidad, en cambio, debe ser algo aséptico, limpio y puro.
"La culpa surge cuando no cumplimos con ese rol. Pero esta situación nos plantea un escenario muy interesante: nuestro papel no es garantizar la satisfacción de otra persona"
También menciona que muchas mujeres sienten culpa por la falta de deseo sexual o incluso la desaparición del deseo sexual tras la llegada de los hijos. ¿Cómo se puede superar ese sentimiento o qué se puede hacer ante esa emoción?
– La culpa es una emoción que, para mí, responde a los aprendizajes de género. Yo suelo decir que la culpa no se supera, porque las emociones no se superan, se atraviesan. Me preguntan mucho sobre esto, pero la realidad es que no podemos evitar sentir culpa porque hemos interiorizado un modelo muy concreto sobre lo que significa ser mujer. Desde ese modelo, que es un estereotipo de género, aprendemos qué debemos hacer para obtener la validación social y qué está prohibido. Así, la culpa aparece cada vez que nos salimos de ese guion. Para mí, la culpa es una información muy valiosa, porque a veces nos ayuda. En particular, en lo que respecta al sexo, hemos aprendido que nosotras somos el objeto de deseo y que tenemos que garantizar la satisfacción de la pareja, especialmente en relaciones heterosexuales. La culpa surge cuando no cumplimos con ese rol. Pero esta situación nos plantea un escenario muy interesante: nuestro papel no es garantizar la satisfacción de otra persona. En la sexualidad, debemos aprender a posicionarnos de manera horizontal, a compartirnos, a darnos permiso para expresar nuestros deseos, pero también para no tener ganas. En un sistema patriarcal, parece que a las mujeres no se nos permite simplemente no tener ganas.
¿Cómo ha sido poner en palabras su propia vivencia, una vivencia tan íntima?
–Estoy muy acostumbrada a escribir desde este enfoque, casi no sé hacerlo de otra manera. Diría que ha sido un proceso revelador. La escritura ha sido casi un acto terapéutico, pero no solo a nivel personal. El libro recoge muchas de mis experiencias personales, pero, sobre todo, mis vivencias profesionales. Ha sido muy revelador porque pude plasmar muchas de las cosas que llevo acompañando durante años y que necesitaban salir a la luz, condensando la esencia de todos esos aprendizajes que he obtenido al acompañar a tantas mujeres y parejas en sus etapas de crianza. Por eso, en cualquier caso, ha sido un proceso muy valioso y liberador. Al final, me gusta decir que la sexología tenía una deuda con las madres en cuanto a investigar qué ocurre con la sexualidad durante esta etapa. Siento un gran orgullo por haber podido sembrar esa semilla en un tema que, durante mucho tiempo, me han pedido: referencias sobre sexualidad y maternidad que antes no existían.
"El libro recoge muchas de mis experiencias personales, pero, sobre todo, mis vivencias profesionales. Ha sido muy revelador porque pude plasmar muchas de las cosas que llevo acompañando durante años y que necesitaban salir a la luz"
¿Cree que los hombres están preparados para entender esta transformación en la sexualidad de sus parejas?
–Creo que los hombres están preparados, pero no siempre cuentan con las herramientas necesarias para manejar estos cambios. Muchas veces se sienten confundidos, frustrados o culpables porque estas transformaciones les generan un impacto profundo. No es fácil para nadie comprender que la pareja sexual que conocían ha cambiado. También es importante destacar que no todos los hombres reaccionan igual ni todas las parejas son iguales. Sin embargo, creo que la sociedad en general tiene un aprendizaje pendiente en cuanto a la paternidad y la corresponsabilidad en la crianza, lo cual influye directamente en cómo se viven estas transformaciones. Por eso, pienso que debemos acompañar también a los hombres, visibilizar que ellos también experimentan sus propios cambios emocionales y sexuales, y ayudarles a encontrar formas de estar presentes desde la escucha, el respeto y la empatía.
"Es importante destacar que no todos los hombres reaccionan igual ni todas las parejas son iguales"
¿Qué espera que las personas saquen de la lectura de “El sexo de las madres”?
–Que se abra un espacio para que la maternidad pueda ser vista desde su sexualidad, desde su complejidad, su diversidad, su riqueza. También que las madres puedan validar sus propias experiencias, que no estén solas en esto, que puedan sentirse acompañadas.