Bajauri no es Fuenteovejuna, pero también van todos a una. Y es que como en la famosa obra teatral del Siglo de Oro del dramaturgo Lope de Vega, y aunque no ronda crimen alguno de por medio, sí han sabido sobrevivir a las vicisitudes de cada época poniendo en práctica aquello del poder de la comunidad o, como decimos por estos lares, auzolan. La prestación vecinal de muchas horas de trabajo voluntario y gratuito en beneficio público.
Y no les ha ido nada mal, puesto que este 2025 están celebrando nada menos que diez siglos. Sí, 1.000 años, desde que aparecieran registrados, bajo el nombre de Bassahuri (pueblo de bosques en euskera) en la Reja de San Millán de la Cogolla. Un documento administrativo sobre los núcleos que pagaban impuestos a este monasterio, allá por 1025, y que supone el primer registro escrito de la existencia de Bajauri (Baxauri, en euskera), actual pedanía del Condado de Treviño.
Y subrayamos lo de actual, porque no siempre ha sido así. “Somos Izki pero al estar circunscritos a Treviño no entramos en el Parque natural, pese a que estamos situados muy arriba y tengamos más relación con Montaña y Rioja Alavesa, e incluso Navarra. Lo indica hasta la raíz del nombre del pueblo: baso, aquí el bosque siempre ha mandado, en todo. Solo hay que fijarse en nuestro flamante frontón-trinquete, construído en 1941, con madera”, señala Leticia Ruiz de Azua Velasco, una de las portavoces de la Asociación Cultural Baxauri, que llevan más de un año trabajando en la elaboración de un completo programa de actos conmemorativo de la efemérides, que se extenderá hasta septiembre.
Euskera omnipresente
Su compañero, Alfredo Mendoza, la respalda. “En la charla sobre costumbres y curiosidades de la localidad, que nos ofreció el sacerdote alavés, etnógrafo y experto en historia del origen de nuestros pueblos, José Antonio González de Salazar, el pasado día 15 para abrir el programa, nos comentó que en su día pertenecimos a Lagrán, que nuestros ancestros eran vascones del Reino de Navarra, y que se hablaba en euskera. La mayoría de nuestros topónimos –Mendilea, Zubiaga, Zabalakotxa...– así lo indican”, aporta.
De hecho, uno de los ejes principales de las actividades que han organizado, más allá del diseño de camisetas y pancartas conmemorativas de su milésimo cumpleaños, está girando en torno a una profusa investigación de su toponimia; es decir, los nombres de sus fuentes, manantiales, cuevas, caminos, puentes, fincas o montes, y una ardua labor para la que están contando con la inestimable ayuda del miembro de Euskaltzaindia, Roberto González de Viñaspre.
15 estacas y un mapa
Toponimia - 12 de abril
“Tiene casa en Treviño, conoce la zona y vendrá en mayo a dar una charla de toponimia local, aunque antes, en abril, colocaremos 15 estacas de madera con los principales topónimos por los alrededores del pueblo y se presentará el mapa toponímico local que, en tamaño gigante, quedará para la posteridad colocado en las antiguas escuelas”, aclara otro miembro de la asociación Baxauri, Rubén Navarro, añadiendo que “también tenemos intención de plasmarlo en un tríptico de bolsillo por si alguien lo quiere para uso personal”.
Para elaborarlo han echado mano de un programa informático que les ha facilitado la labor de ir volcando sobre un mapa del pueblo todos los términos recopilados en catastro, documentos y escrituras, así como mediante entrevistas a la gente mayor del lugar, en las que relatan sus vivencias de niñez, sus trabajos y modo de vida. “Ha sido una experiencia enriquecedora en la que, nuevamente, ha salido a relucir lo del auzolan y cómo se ayudaban en todo, hasta para elaborar la masa del pan; así que hemos decidido recogerlas en un video documental que se proyectará el mismo día de la charla”, apuntan, sacando a relucir otro dato importante de su amado pueblo.
“Viviendo estaremos 22 personas, censados 15, cuando en los años 60 el número de habitantes era de 129. ¡Eso sí! hay que añadir los 12 más fijos del fin de semana, y en verano superaremos el medio centenar”, matizan. Cosas que pasan por vivir en una zona con escasez general de servicios, donde la mayoría trabaja en la capital alavesa, pues son pocos los vecinos que se dedican ya a la labranza, con el cereal y la patata como principales cultivos, aunque sus ancestros se dedicaban, principalmente, a elaborar carbón y al pastoreo de vacas.
“Estamos de Gasteiz a 35 minutos, a dos euros el viaje con la Bat. En Bajauri por no tener no tenemos ni fibra óptica ni nada por el estilo, que igual por eso practicamos más lo de conversar de tú a tú, nos conocemos todos y nos ayudamos. Y, por supuesto, pensamos jubilarnos aquí”, asegura Leticia.
Un pueblo a escena
Obra de teatro - 27 de septiembre
Ésta, junto a su compañera Haizea Mendoza, ha sido la encargada de dar forma al guion de la obra de teatro “Bajauri 1.000 años de historia”, con cuya representación, el próximo 27 de septiembre, pondrán el broche de oro a las celebraciones. Será en el frontón donde, de seguido, esperan reunir a más de un centenar de personas en torno a una comida popular y una gran fiesta.
“Ya tenemos los principales papeles ocupados, aunque haremos casting para terminar el reparto. Hay sitio para una treintena de personas, pero también mucho interés por participar, desde bebés a ancianos, y todos del pueblo”, subraya Haizea, al tiempo que avanza que “nos han salido una veintena de escenas de entre dos y tres minutos que, si en ensayos, vemos que se hace muy largo, veremos cómo acortar”.
Este verano lo dedicarán a hacer los decorados y preparar el vestuario. La obra relata la historia de una familia del siglo XI que, huyendo de una ola de saqueos en Gasteiz, llega a Bajauri donde sus por entonces 10 familias se vuelcan en ayudarles. Ni qué decir tiene que el argumento recoge todo lo que han podido recopilar de la historia del pueblo, desde el cobrador de San Millán de la Cogolla, pasando por oficios, juegos o expresiones antiguas tales como “sopla matacabras” (viento del norte), que han sobrevivido al paso del tiempo y en Bajauri siguen usando.
Nudo de caminos
Tampoco falta la importancia del bosque, la del colectivo femenino, o la del mesón que daba servicio al antiguo camino hacia Lagrán, que limpiaron en febrero y volverán a visitar en abril para revisar los mojones.
“Durante siglos fuimos paso obligado en las comunicaciones entre Vizcaya y el Reino de Navarra, se llevaba vino y aceite a la costa y se regresaba con grasa de ballena, hasta que se construyó el camino real desde Vitoria a Laguardia que originó una disminución del tránsito. Pero ese nudo de caminos es el que nos ha hecho perdurar mil años”, apostillan.