TEDx, la mayor comunidad del mundo en difusión de ideas e innovación, vuelve a Vitoria, al Palacio Europa, el próximo 10 de mayo. Nuevamente, organizada de manera local e independiente y sin ánimo de lucro con el objetivo de acercar ideas nuevas y rompedoras, conectar con personas de distintos ámbitos y abrir la mente a otras realidades.

En solo un día, habrá 15-20 charlas cortas, seis talleres prácticos y disruptivos, dos aventuras en la ciudad, área de exposición, activación y networking, y traducción simultánea y 600 asistentesEl doctor en comunicación por la Freie Universität Berlin (Alemania) y divulgador Franco Delle Donne (Buenos Aires, 1983), que lleva años analizando la evolución del apoyo al partido de extrema derecha alemán, será uno de sus speakers.

¿Qué es lo que va a querer trasladar a los asistentes de TEDx en Vitoria? ¿Y qué consejos va a proponer?

Mi intención es hablar sobre la ultraderecha en el mundo. Pero no para explicarla o tratar de discutir sobre el fenómeno, sino para pensar juntos cómo abordar este problema. Porque el problema ya está aquí, en casi cada país. La epidemia ha avanzado. De hecho, así se llama mi proyecto: Epidemia Ultra. Y en este sentido me gustaría hablar de cómo pensar la existencia de este fenómeno en nuestra vida, a través de amigos y conocidos, sin necesidad de indignarnos o de pelearnos con otros. Tal vez podamos pensarlo diferente y a partir de allí desarrollar otras soluciones a esta problemática.

En 2020 inició el proyecto transmedia Epidemia Ultra, cuyo objetivo consistía en analizar las expresiones globales de la derecha radical. ¿A qué conclusiones llegó?

En Epidemia Ultra, un proyecto de divulgación, llegamos a muchas conclusiones dependiendo del tema y el análisis del abordaje. Tal vez una de las más importantes es que la ultraderecha se alimenta esencialmente del descontento. Aprovecha desigualdades, injusticias, problemas del sistema y los convierte en un arma de comunicación para plantear un cambio de raíz que supuestamente lo arreglará todo. Esto funciona mediante la instrumentalización del miedo, de la frustración, del odio en algunos casos. Y ante esto, el resto de los partidos todavía no han sabido responder. Otra cuestión interesante es que a lo largo de estos casi cinco años que lleva este proyecto, la ultraderecha ha logrado normalizar su discurso. En muchos sectores es “aceptable” o considerado una opción “votable. Esto no era así hace 10 años. Ni en Alemania, ni en otros países. Algo ha cambiado en nuestras sociedades.

Este domingo es el de las elecciones alemanas. ¿De qué manera el discurso de la extrema derecha ha estado presente en la estrategia comunicativa?

La ultraderecha ha aprovechado gran parte de lo mencionado anteriormente. Ha explotado el descontento con el gobierno, la indignación con el incumplimiento de expectativas y el miedo de muchas personas ante los últimos atentados cometidos en la vía pública. También se ha beneficiado de que el resto de los partidos han retomado su discurso y utilizado su agenda para hacer parte de la campaña. ¡Qué mejor para la ultraderecha que se hable de sus temas y en los términos que ella propone!

En Alemania, aunque siempre ha habido formaciones de extrema derecha e incluso neonazis, hasta hace poco eran residuales... ¿Hasta qué punto pensó que alguna vez obtuvieran la primera plaza en los comicios de Turingia y quedando por muy poco segundo en Sajonia?

Cuando empecé con Epidemia Ultra la frase inicial era: “esto no puede suceder aquí”. Lo que hemos visto fue todo lo contrario, no sólo en Alemania, sino en España, en Estados Unidos, en Argentina, en Brasil… y la lista sigue. Es por ello que lo de Turingia no me ha sorprendido, aunque es no significa que no me preocupe, al contrario. Además en el este de Alemania, las razones que esbocé antes de descontento, decepción, etc., están todavía más presentes a causa del desarrollo histórico de la reunificación.

Delle Donne Cedida

¿Siguen siendo las redes sociales las preferidas para difundir bulos?

Las redes sociales son un elemento clave del crecimiento de las ultraderechas. En primer lugar, porque se saltan un filtro histórico de otras épocas en las democracias liberales: los medios de comunicación. En segundo término, porque las redes favorecen la comunicación directa, volátil y sin contrastación de datos o afirmaciones. Todo es efímero allí y lo que importa no es el contenido sino el impacto. Eso es algo que las derechas radicales en todo el mundo saben hacer muy bien.

¿Y qué hay de los temas más recurrentes: siguen proliferando los referidos a inmigración, ayudas, okupación o hay otros nuevos?

La ultraderecha suele utilizar el victimismo para distraer la atención del contenido. Da igual qué tan grande pueda ser una mentira o una manipulación de la información, lo importante es que el mensaje se transmita. Ahora bien, si esa desinformación es criticada, por errónea, por violenta, por polarizante, lo que suelen decir es: “me están censurando”. Esa forma de hacer política es muy peligrosa porque elimina el debate y sólo nos quedamos con intentos de provocación estratégica. Temas como la migración, el rol del Estado, el feminismo o el medio ambiente son muy utilizados en este aspecto.

¿Hasta qué punto los mensajes de la extrema derecha están haciendo que sus líderes gobiernen en cada vez más países?

La llegada al poder de la ultraderecha obedece a un conjunto de factores bastante complejo. Depende de lo que sucede en cada contexto particular, en un territorio concreto y en una época determinada. Ahora bien, algunos comunes denominadores son evidentes: el descontento con la política, o los partidos políticos está presente cuando estos partidos llegan a lo más alto. Los grados de normalización altos, donde sectores de la población aceptan posiciones radicalizadas que erosionan los valores democráticos, y hasta sus propios derechos, también contribuyen a que líderes como Meloni, que reivindica el fascismo, o el propio Donald Trump, que generó un ataque brutal a las instituciones democráticas, obtengan el poder ejecutivo.

¿Qué líneas rojas tendrían que cruzar los mensajes de extrema derecha para ilegalizarlos? Björn Höcke, por ejemplo, fue condenado por usar lemas nazis.

Es difícil pensar en la prohibición o ilegalización como una solución general para este problema por muchas razones. Primero porque depende del contexto particular, pero más allá de eso, porque en muchos casos puede ser contraproducente. ¿Qué hacer con los millones de personas que votan a esos partidos, qué decirles desde un punto de vista democrático? ¿Qué hacer con esos miles de militantes que van a abrazar la narrativa del martirio y seguramente radicalicen aún más sus posiciones? En el episodio de Epidemia Ultra justamente hablé sobre ese tema. Aquí el link: https://open.spotify.com/episode/1uK9L6iqZbGk4hCN1oEuZf?si=puomDIcuSP-src6yZQ564Q