Alicia Valdés, politóloga y Doctora en Humanidades, aterriza en Gasteiz, y no por primera vez, el próxima día 4 en el Palacio Europa a las 18.00 horas para invitar a reflexionar al público sobre posibles alternativas al presente político-social desde un abordaje filosófico. El evento forma parte de la Escuela Abierta a la Ciudadanía y es totalmente gratuito; aunque requiere de inscripción.
¿Temas que va a tratar en Vitoria?
–Quiero plantear como tres ideas diferentes. La primera es intentar analizar cuáles son las cosas que nos generan malestar a día de hoy. Quiero centrar mi reflexión en dos cosas que me afectan mucho ahora mismo; la vivienda y el trabajo. También en el margen de actuación tenemos para poder cambiar aquellas cosas que nos hacen y daño y cómo las acciones de lo cotidiano nos pueden ayudar a crear alternativas que son menos dolorosas. La idea es que reflexionemos juntas, porque para mi es muy importante que no todo se centre en lo que yo voy a contar, sino en el espacio que se genera después. Creo que en Gasteiz hay mucho potencial de pensamiento, y eso siempre es un incentivo.
“Es precisamente desde un abordaje filosófico desde donde debemos plantearnos realmente cambiar las cosas y ver qué nos pasa”
Apela a que el público intervenga.
–Sí. Pienso que no tiene mucho sentido plantarme en un sitio, soltar algo y pirarme. Estamos acostumbradas a los monólogos de corte filosófico o de pensamiento que no hacen nada por crear unión con el público, pero para mí es importante que la gente que venga tenga ganas de participar; y yo darles siempre el espacio para que puedan hacerlo.
Vivienda y trabajo, dos de las principales preocupaciones, ¿cómo analiza la situación actual?
–Los estados de ánimo, como tristeza o nerviosismo, provienen de problemas que tenemos en el trabajo o con el tema de la vivienda. Sin ir más lejos, existen esos nervios cuando nos enfrentamos a la actualización de un contrato de alquiler; porque no sabes qué va a suceder. O el no poder generar un proyecto de vida porque ni siquiera tienes cuatro paredes sobre las que colgar un cuadro. Creo que es importante darnos cuenta de que muchas de las emociones tienen un origen que es mucho más social y político de lo que nos quieren hacer entender.
¿Qué papel juega en todo esto la filosofía?
–Yo la entiendo como una manera de habitar el mundo. Para mí es la capacidad de cuestionar desde una mirada crítica aquello que nos está rodeando. Creo que es precisamente desde un abordaje filosófico desde donde debemos plantearnos realmente cambiar las cosas y ver qué nos pasa.
¿Los jóvenes se cuestionan suficientemente esas problemáticas?
– La categoría generacional es un poco tramposa, porque entre los jóvenes hay situaciones diferentes. Hay muchos que están poniendo sobre la mesa cuestiones que tienen que ver con la salud mental; otros que están decidiendo no a hacer horas extras; los que optan por no coger un trabajo que es explotador, etcétera. Pero también tenemos a jóvenes que están dentro del estoicismo de Llados y que se autoexplotan. Creo que no podemos tratar a los jóvenes como un colectivo homogéneo y hacer un único análisis. De hecho, me parece peligroso que se señale de manera repetida a los jóvenes con una especie de tono que es un tanto anticuado desde el que casi podríamos decir que es un reproche por parte de unos adultos que no se sienten responsables de la deriva de una sociedad que ha sido construida por gente que no son precisamente los jóvenes.
¿Algún ejemplo?
–Ahora con el tema del machismo o el fascismo. ¿Qué rol ocupan los jóvenes? ¿Es gracias a los jóvenes o culpa de ellos que esto suceda? Me parece peligroso hablar en esos términos.
Dentro de esos jóvenes, hay muchos tipos de jóvenes.
–Efectivamente. Yo tengo 32 años, y pienso en otras personas que tienen mi edad, por ejemplo Rosalía. Créeme que no tenemos las mismas preocupaciones.
¿Cómo percibe el machismo y el racismo que se cuece actualmente?
–Bueno creo que estamos en un momento donde tanto el machismo como el racismo gozan de una impunidad absoluta. Que el otro día Elon Musk saliera en el acto haciendo un saludo hitleriano quiere decir que hemos llegado a un punto de absoluto blanqueamiento y absoluta validación. Creo que los comportamientos machistas y racistas siempre han sido impunes, lo que pasa que se pueden encontrar con más o menos resistencia. Lo que ha sucedido es que por cada paso que hemos dado hacia adelante, hay muchos colectivos que han dado dos a la derecha. Es decir, por cada uno de los pequeños avances que hemos conseguido en el campo de las libertades y los derechos, lo que estamos viendo ahora son respuestas cada vez más hacia la derecha, más impunes y explícitas.
“Creo que ya estamos en uno de los peores escenarios. No sé que más tendríamos que pedirle al mundo para darnos cuenta”
¿Por qué se está tomando esa dirección?
–Creo que cuando nos preguntamos el porqué de fenómenos como este, es porque no nos parece lógico. No nos parece lógico que algo que pasó en la primera parte del siglo XX se vuelva a dar en la primera parte del siglo XXI. Y eso tiene que ver con que pensamos que la historia siempre va a mejor; que vamos a ser mejores, a tomar mejores decisiones y el mundo será más bonito. Y no es necesariamente así. Deberíamos preguntarnos más por qué nos sorprende que el fascismo vuelva a acampar a sus anchas. El saber algo no nos sirve para no volver a cometerlo.
¿Cuál sería el peor de los escenario en ese avance de la ultraderecha?
–Yo creo que ya estamos en uno de los peores escenarios. No sé que más tendríamos que pedirle al mundo para darnos cuenta de lo que está sucediendo. Llevamos mucho tiempo oyendo la alerta antifascista, o el mensaje de vienen los nazis, pero es que ya están aquí. Netanyahu comete un genocidio, Trump quiere echar a los palestinos de Palestina y está llevando a cabo deportaciones en Estados Unidos, se prohíbe el aborto en países de Europa y se pasan leyes que son anti-LGTBIQA+. Ya estamos en el peor de los escenarios para muchas personas.