En la década de los 90 se convirtió en un auténtico templo de referencia de los famosos ‘kinitos’ en todo Vitoria.

Un verdadero fenómeno alrededor del que cientos de jóvenes se juntaban los viernes y los sábados por la tarde en la mayoría de los barrios de la capital alavesa, “antes de subir al Casco Viejo”.

Algunos de los locales más míticos estaban sin duda en Coronación.

El 'kinito' fue todo un fenómeno en este barrio de la capital alavesa que se extendió en la década de los 90 y años 2000 a muchos otros puntos de Vitoria.

Viernes y sábados por la tarde, decenas de cuadrillas de jóvenes se juntaban en ‘su bar de siempre’ para charlar y beber una jarras de kalimotxo o cerveza.

Mita, Cantabria, Boston...

Porque eso sí, cada cuadrilla tenía ‘su templo’ donde reunirse.

Ejemplos como el Mita en Tenerías, el Cantabria en Coronación y el Boston en Domingo Beltrán.

Este mítico bar de la calle Eulogio Serdán ha estado al pie del cañón durante más de 30 años, siendo un punto de referencia para todo el barrio

Y otro de ellos fue sin duda el Turismo, un pequeño local en la calle Eulogio Serdán que durante más de 30 años ha estado al pie del cañón, siendo un punto de referencia para todo el barrio.

Un bar que acaba de cambiar de manos con una nueva gestión al frente.

“Siempre te hacían sentir como en casa”

Un auténtico bar de barrio que durante años ha hecho a muchos clientes “sentirse como en casa, con gente muy amable y simpática detrás de la barra”.

Entre la oferta, bocadillos a muy buen precio para cenar el fin de semana

Con un trato cercano y muy familiar y pintxos en la barra, Joseba también se había hecho un hueco por las tortillas de patata para almorzar a mediodía o como encargo, y por los “bocadillos a muy buen precio” para cenar el fin de semana.

El ‘kinito’, la tradición que no falló durante años en Vitoria 

Muchos se preguntarán qué era el ‘kinito’. Algo tan sencillo como que las cuadrillas se juntaban a partir de las siete o las ocho de la tarde en un bar, sacaban unos vasos y elegían un juego para decidir quién bebía en cada momento: el duro de toda la vida, cartas, el marcianito,...

Eran muchas las posibilidades. Todo un ritual que finalizaba sobre las doce de la noche, para subir al Casco Viejo y continuar la fiesta.