El futuro de la moda, del arte, de la joyería y hasta de la ciencia pasa por una bioimpresora en 3D que ha empezado a gestarse en Vitoria y cuyo prototipo pretende estar listo en seis meses. Este innovador proyecto se llama Open3Dbio, ha recibido la máxima valoración de la convocatoria Ksigune Conexiones, que impulsa el Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, y lo lidera Hibridalab (Centro de Innovación Abierta y Transferencia Creativa de Álava), que trabaja junto con el Centro de Investigación Lascaray-Ikergunea.

Mobiliario orgánico bioimpreso en 3D

Los impulsores de este proyecto, coordinado por Miren Martín Maroto, directora de Hibridalab, Mr Q (FabManager del Laboratorio de Fabricación Digital de Hibridalab) y Denis Scaini (investigador italiano de Ikerbasque especialista en la investigación en 3D con células), se han propuesto que sea, además, asequible, o como se dice ahora “low cost” (de bajo coste), y en código abierto, lo que permitirá a pequeños laboratorios y grupos de investigación acceder a este tecnología y experimentar con ella, teniendo en cuenta el elevado precio de las bioimpresoras en la actualidad.

Instrumento musical orgánico

Instrumento musical orgánico

“Partimos de una bioimpresora que tiene el centro de investigación Lascaray, y a partir de ella, vamos a hacer una low cost." El objetivo es que tenga aplicaciones para el sector creativo y cultural, por lo que no estará enfocado solo para el científico, tal y como sucedía hasta ahora. Encima será en código abierto, aclara la coordinadora de este proyecto.

Joya impresa en tejido vivo

Joya impresa en tejido vivo

Así, para el sector creativo-cultural, la bioimpresión en tres dimensiones se puede emplear para moda o proyectos artísticos y culturales. Un ejemplo, de lo que se podría hacer cuando se desarrollen, cuando las técnicas de bioimpresión 3D estén más avanzadas, son estructuras bioluminiscentes para un uso escenográfico en teatro, cine y televisión, para piezas de arte orgánicas, para un prototipo de un instrumento musical biológico, para joyas impresa en 3D de tejido vivo o para mobiliario orgánico. “Se puede hacer mil cosas: desde una cazadora de imitación de cuero, unos pendientes, unas pulseras, un cinturón, una intervención artística, para escenarios, atrezzo... La idea de este proyecto es abaratar esas impresoras que ya existen y que cuestan un montón, y que sus usos no sean solo para el científico, sino para el artístico y cultural”, subraya la coordinadora del proyecto.

Piezas de arte orgánicas

Disponible para todos

Y al ser de código abierto, tanto los planos de fabricación como todo el software que va a controlar la bioimpresora 3D va a estar disponible para el público. “Es un poco la filosofía maker, de poder fabricar cosas, trabajando en comunidad y disponer de la herramienta. En nuestro caso, haremos una propuesta de prototipo y la idea es que la gente en su ordenador pueda replicarlo, haciendo modificaciones, sin infringir ningún tipo de patente”, destaca, por su parte, Mr Q.

No en vano, las bioimpresoras que existen en la actualidad tienen un coste bastante elevado, “con lo cual va a permitir que se pueda adentrar en el mundo de la bioimpresión de una manera asequible a pequeños laboratorios y grupos de investigación acceder a esta tecnología y experimentar con ella”.

Y es que al ser un proyecto de código abierto, “publicaremos los planos de fabricación y software, para que el que esté interesado lo pueda hacer él mismo. También la idea es que algunas piezas de la propia bioimpresora 3D se puedan fabricar con una impresora 3D tradicional (no bioimpresora).  Con eso te evitas un proyecto de fabricación industrial, con el mínimo número de piezas externas”, matiza.

Scaini y Mr Q muestran un corazón que han realizado con una bioimpresora

"Única a su manera"

Por su parte, como añade Scaini, “nuestra idea de desarrollar una bioimpresora 3D abierta es única a su manera, ya que promete poner a disposición de toda la comunidad científica del mundo (primer, segundo y tercer mundo, indistintamente) una herramienta para emprender estudios dirigidos precisamente para avanzar en nuestro conocimiento de la reproducción artificial de tejidos”.

Por tanto, una idea revolucionaria. De hecho, los bioimpresores 3D comerciales cuestan actualmente entre 100.000 y 300.000 euros. “Queremos superar este obstáculo económico y proponemos poner a su disposición las instrucciones para fabricar su propia impresora por una fracción de este coste. En teoría, unos 5.000 euros. Esto representa una oportunidad única, por ejemplo, para el pequeño laboratorio de investigación en África que quiera emprender investigaciones de ingeniería de tejidos, o para un laboratorio en Europa que sólo necesite emprender un estudio de viabilidad del uso de esta tecnología, o para el aficionado en casa que quiera probar su mano en la impresión de carne sintética”.

Además, este proyecto también tiene una finalidad educativa. “Queremos dar acceso a todo el mundo a una herramienta que ayude a comprender mejor la biología celular, la fisiología humana y la complejidad de los seres vivos. Pero con increíbles aplicaciones futuras. Hoy en día, la investigación en el campo de la biotecnología regenerativa espera poder tomar una pequeña cantidad de células de un paciente, expandirlas en cultivo, reprogramarlas y finalmente ensamblarlas con la bioimpresora 3D en forma de tejido, que una vez maduro pueda implantarse en el paciente sin riesgo de rechazo. Una fábrica de piezas humanas. Y nosotros proporcionamos el primer kit gratuito para jugar a ensamblar vida”, resalta Scaini.

En cuanto a su aplicación para uso científico, matiza que las bioimpresoras 3D se diferencian de las impresoras 3D “normales” que hay ahora en todos los hogares en que son capaces de imprimir estructuras tridimensionales formadas por células inmersas en una biotina que actúa como “adhesivo”. “Controlando exactamente la posición de cada célula en el compuesto moldeado, el tipo de célula y cómo “madura” el compuesto con el tiempo, se pueden bioimprimir partes de órganos funcionales (músculos, huesos, piel, córnea, vasos sanguíneos). Este es el estado actual de la investigación en bioimpresión 3D. La idea de imprimir tejidos complejos, como el corazón, el cerebro o el hígado entero, sigue relegada a los libros de ciencia ficción. Pero quizá en el futuro sea posible”.

Fases

Ahora mismo están definiendo las características que va a tener esta bioimpresora 3D y se han marcado el plazo de seis meses para desarrollar el proyecto, es decir, para hacer tanto la parte física del hardware (fabricación física de la impresora).

En mayo, por tanto, tendría ya está materializada, para realizar las distintas pruebas piloto, el centro Lascaray controlará la parte de biogeles e Hibridalab la de fabricación de hardware (producto físico) y programación. De esta manera, este prototipo de bioimpresora en 3D en código abierto se desarrollará íntegramente en la capital alavesa.