Llega el momento de decir hasta siempre. Tras más de 38 años en la calle Herrería de Gasteiz, el mítico bar Pantxika cerrará definitivamente sus puertas este jueves por la noche para pasar el testigo a un nuevo proyecto hostelero.
"Con nostalgia y con ganas, es normal", se despide Manu Lavía, siempre detrás de la barra del Pantxika, en conversación con este periódico.
La taberna abrirá mañana por última vez a partir de las 18.30 horas, y tanto Manu como su compañera Ana Rosa López -hasta ahora propietaria del local, durante años al mando de sus fogones- dirán agur a allegados, amigos, clientes de siempre y de ahora dando paso a una merecida jubilación.
Corría la Semana Santa del año 1985 cuando el Pantxika abría por primera vez en el número 50 de la Herre, una calle del Casco Viejo con ilustres vecinos como el Parnaso, el Rosi, el Trafalgar o el Bodegón Gorbea.
Manu y Ana Rosa, que se habían conocido menos de dos años antes en fiestas de Gasteiz, en las txosnas, tuvieron que afrontar una obra relativamente sencilla para poner a punto el local, que desde los años 50 había funcionado como peluquería de señoras y, después, como tienda de electricidad.
Del 'kinito' a las croquetas
Pasaron los convulsos 80, después unos 90 que fueron "los mejores años" para el Pantxika entre jarras de kalimotxo y cerveza, bocadillos y sandwiches, una primera década del presente siglo también exitosa y el primer punto de inflexión en el local tras la crisis financiera posterior, que coincidió en el tiempo con el declive del kinito.
Ana Rosa y Manu reorientaron entonces su oferta más a la gastronomía, instalaron una cocina profesional, renovaron y ampliaron la carta -que se parecería ya mucho a la que ha sido hasta el día de hoy- y lograron seguir enganchando, como durante tantos años antes, a clientes de toda la ciudad.
Fue el momento, por ejemplo, de incorporar al menú sus emblemáticas croquetas caseras. O los huevos rebeldes o txistosos que hasta ahora han podido saborearse en el Pantxika.
A la venta
Sin embargo, el tiempo no ha pasado en balde para la taberna, a la que el cambio en los hábitos de ocio, el progresivo bajón de esta zona del Casco Viejo y principalmente la pandemia golpearon con mucha fuerza.
Manu y Ana Rosa, ya cercanos a los 70 años de edad, decidieron poner en venta el local hace ya más de un año y ha sido este 2023 en el que, por fin, han encontrado compradores para cerrar y pasar página.
El nuevo negocio que abrirá sus puertas donde hasta ahora ha estado el Pantxika será el renovado Koko Bar, que trasladará sus famosas tortillas de la calle Correría a la 'Herre'.
Los nuevos propietarios, que lo serán justo a partir de este viernes 1 de septiembre, tienen previsto "darle un aire nuevo" al local a través de una reforma y prevén reabrir este mismo otoño.