El último viaje, la última bajada...

El último baile.

¿Cómo lo afronta?

Pues ley de vida. Desde el principio dije que iba a hacer 21 bajadas, como Iñaki Landa, sin alcanzar las 22 de José Luis Isasi. Si volviera atrás, seguramente no lo diría otra vez porque la presión ha sido fuerte. Ha sido ir recortando, haciendo una cuenta atrás. Al principio parecía muchísimo tiempo, pero Iñaki me decía que se pasaba rápido, que lo disfrutase. Y es verdad, se ha pasado en un suspiro. Animo a que este año todo el mundo participe y que, con un poco de respeto, cuanto antes atraviese la plaza antes arrancan las fiestas.

¿Se le ha hecho largo?

Celedón no es solo el día 4 de agosto y hay actos todo el año, pero lo fuerte es ese día. Sabes que cuando se acaban sanfermines viene tu cuenta atrás y tienes que estar pendiente del teléfono, atender a la gente, estar con los preparativos, fotos... Lo podía haber dejado en cualquier momento, pero no se me ha hecho largo. Alguna vez has podido tener el pensamiento por estar agobiado, sobre todo justo antes de la pandemia que tuve un pequeño bajón por una lesión de muñeca, pero no ha pasado. Al final han sido dos años más de lo esperado por la pandemia, pero 21 bajadas.

¿Cómo recuerda el momento en el que le comunicaron que era el elegido para encarnar a Celedón?

Lo tengo bien grabado. Fue una llamada por teléfono, que querían quedar conmigo. Habíamos estado llevando la cuadrilla de blusas y tenía contacto con la comisión y la junta. Acudí y me dijeron que Iñaki Landa lo dejaba, que era sorpresa porque no había anunciado nada y lo dejó cuando quiso, y que habían pensando en mí. Solo puse dos condiciones: hablar con la que hoy es mi mujer, Yolanda, y con Iñaki para ver en qué consistía, que me lo pintó todo de color arcoíris. A quién no le gustaría ser Celedón.

¿En qué ha cambiado Gorka en todos estos años?

Soy una persona algo más tranquila, algo más serena. El personaje también me ha ayudado mucho a meditar más las cosas que dices, aunque si estuviesen aquí mis hijos dirían que no es así. Con mis luces y mis sombras, creo que soy mejor persona. Tenía 29 años, me estaba todavía haciendo y nos habíamos metido en la compra de la vivienda y ahora estoy a punto de acabar de pagarla. Hemos vivido muchos cambios, voy camino de los 52 y con muchas cosas aún por vivir.

El personaje exige también mantener una buena imagen.

Celedón es el día 4, pero hay cosas que hacer durante todo el año y más en fiestas. Fotos, gente que te reconoce, que quiere estar contigo... Entras en muchas casas porque parece que todo el mundo te conoce de toda la vida. Hay que tener el talante y la capacidad de no sacar el pie del tiesto. Con eso no quiere decir que alguna vez no haya llegado chispa y haya estado más alegre de lo normal, pero siempre guardando las formas.

Se ha ganado el cariño de la gente.

Es algo muy bonito que la gente, sin conocerte, te asocie a un momento de alegría. Todo el mundo me viene con buen rollo y creen que soy una persona supermaja. En casa no soy el mismo, o en el trabajo, porque a veces hay discusiones. Me ha ayudado mucho el personaje a ser una persona más tranquila. Tengo mis aires, pero me he vuelto más conciliador. Encarnar a Celedón es algo muy bonito.

¿Cómo lo ha llevado la familia?

Creía que mis hijos nunca iban a ser blusas. Lo digo sinceramente. El día 5 comemos siempre en familia y pasar por la Kutxi... Mis hijos se cansaban porque eran fotos, fotos, fotos... Nos parábamos cada dos segundos y nos ha costado más de una hora cruzar la calle. Al final Yoli cogía a Urko y Unax y me esperaban en otro sitio. Muchas veces vas solo y vas mirando al suelo porque llegas tarde a un sitio y como te vea alguien... Y en 2001 no había tanto móvil, pero ahora... Como saque uno el teléfono...

¿Qué pasa cuando Celedón le tiene que decir no a alguien?

Sobre todo en la balconada, el día 4, cuando se marchan las autoridades... Ahí hay mucha gente y llega un momento que quieres darte una ducha porque has hecho un esfuerzo importante. Al final la gente sube allí y todo el mundo quiere hacerse una foto. Y te dicen eso de la última... A alguien le tienes que decir que no. Sé que para esa persona se tiene que hacer duro, pero llega un momento en el que quieres ser ya un gasteiztarra más disfrutando de las fiestas.

¿Cómo fue la primera vez que abrió la cortina y se asomó a la plaza?

Estaba la escalera de pajar. Iñaki decía que es como cuando vas a un bar y hay mucha gente, pero que siempre acabas llegando. Y acabas llegando. Unas mejor y otras no tan bien, pero llegas. Ese momento fue... Había botellas de cava, te llegaba el olor, los corchos... Entonces iba con policías municipales, que tengo grandes amigos de esos años, y era batirte el cobre. Para arriba, saltar y llegar. Cuando terminé, sentí que era terrible de chulo. Con la adrenalina del momento no te das cuenta, pero luego ves fotos y vídeos... Aunque no me gusta ver las repeticiones, las veías y decías madre de Dios. 2001 es el recuerdo de los consejos de Iñaki y que luego bajas y se te olvida todo.

¿Se hace el camino muy largo o muy corto?

Hay años que ni te das cuenta y ya has llegado y otros... Depende también mucho de que sea fin de semana o no, de la gente que está alrededor cuando vas pasando porque si son blusas y neskas hay más empatía... El 2022 fue muy bueno, que quitando el último trozo que sufrimos un poquito fue una gozada. Luego se nota arriba si has llegado más o menos cansado porque tienes más ganas de cantar. El año pasado estaba eufórico porque veníamos de dos años de nada. Este año me marcho, pero tampoco tengo que ser cansino. Hay algo ya pensado, pero va a ser como un año normal. No es algo malo, al revés. Ha llegado a su fin, ha sido muy bonito y he tenido la enorme suerte de encarnar a Celedón y voy a disfrutarlo.

Siempre ha dicho que el mejor año fue 2007, con la subida a dúo con Iñaki Landa.

Fue apoteósico subir con Iñaki en el 50 aniversario y el abrazo en la balconada. Solo nos faltó Isasi, pero ya estaba malito. Además en abril de ese año acababa de ser padre. Fue el año perfecto.

¿Y el peor?

El no tan bueno, el anterior, el de 2006. Tres municipales en Urgencias, esprai pimienta... Lo que no tiene que ser. Es un día para disfrutar, para que todos nos lo pasemos bien y no haya sufrimientos. Hay que ir a la plaza y que todos lo pasemos bien, con respeto.

¿Se respeta más la figura de Celedón ahora?

Veníamos de Isasi, con la policía vestida de gala y también en los primeros años de Landa y es algo que ha ido cambiando, como la sociedad. Antes estaba todo encorsetado y ahora hay más libertad. Los años más complicados ya han pasado y ahora se respeta más.

Se notó el cambio de ir acompañado por policías, con la animadversión que eso generaba en algunos casos y las agresiones que varios de ellos sufrieron, a ir rodeado de blusas.

En 2007 sí, pero es que íbamos los dos celedones y te abrían pasillo. Pero en 2008... Sufrimos. Si la gente nos ayuda, mejor. Este año las ganas no me van a faltar.

Aquellos años eran más complicados para atravesar la plaza y también en la balconada. El nivel de politización se ha rebajado mucho.

Te apoyabas en la balconada y estaba todo lleno de pintura roja y amarilla. Cuando yo llegaba se había pasado todo, pero recuerdo un año que mancharon a la mujer de Isasi. Quien está abajo no tenía en cuenta que arriba no solo había políticos. Son cosas que han pasado, pero, afortunadamente, ahora no pasan.

¿Cómo vive el resto de las fiestas?

Intento ser un blusa más con mi cuadrilla Bereziak. Aunque tienes que seguir atendiendo a las obligaciones de Celedón, con actos a los que tienes que ir. Ahora somos los dinosaurios, miras para los lados y... Ha entrado mucha gente nueva y es increíbles la cantidad de blusas y neskas jóvenes que hay. Esto era impensable hace seis o siete años. Y las neskas han ganado mucho espacio, con responsabilidades además. Y es espectacular que sea así porque parecía que estaba costando que entrasen.

Ha mandado muchos mensajes durante estos años desde la balconada.

El cambio que tirase el txupinazo un político a que fuesen asociaciones fue muy importante para darles relevancia y que pudiesen contar sus historias. Este año el Alavés nos lo ha puesto fácil. Y el año pasado... ¿Cómo no ibas a acordarte de los sanitarios o de la gente que faltaba? A todos se nos ha quedado alguien por el camino. Estás ahí y no puedes dar grandes discursos, pero... Lo vas pensando mucho tiempo y te sale de dentro. Y muchas veces te vienes arriba. Este año el mensaje es sencillo y tengo que hacerlo bien para superar lo del año pasado porque estábamos todos con unas ganas terribles de fiestas.

Y cuando se acabe todo...

Cuando lo cogí era fácil. Quería seguir la línea de Iñaki, que a cualquier persona que le preguntes dice que es un buen Celedón. Ojalá yo haya podido estar a la altura. Y el final lo tomo como algo natural, como cuando te jubilas. Un cambio de ciclo. Voy a estar más liberado porque ya no tienes esa responsabilidad. Aunque es muy bonito porque el cariño de la gente... Y los niños, que te pidan fotos. Estás en salones de muchas casas, y ahora también en los móviles, y todo ese cariño que recibes es algo muy bonito.