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De un buen cargo en la empresa privada a abrir un gastrobar en Vitoria

El vitoriano Iván de Pablo dejó atrás un cargo de responsabilidad para poner en marcha hace unos meses su establecimiento hostelero en Lakua

En imágenes: Iván de Pablo ha abierto el gastrobar La Banda en VitoriaIñigo Foronda

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Dicen que las oportunidades grandes nacen de haber sabido aprovechar las más pequeñas. Iván de Pablo, responsable del local gastrobar La Banda (calle Dámaso Alonso 1, Lakua) lo sabe de primera mano. De padres y familia hostelera, este vitoriano de 36 años ha dejado atrás un cargo de responsabilidad en una empresa privada para arriesgar apostando por la hostelería.

Lo meditó durante largos meses, sopesó los pros y los contras y, aunque no lo tenía todo a su favor, finalmente se dejó llevar por su vocación y su impulso: aprovechó que un local hostelero situado en Lakua se alquilaba para hacerse el nuevo propietario. Ocho meses después de la inauguración del espacio, este joven emprendedor celebra el éxito de su apuesta con más de diez personas contratadas para servir a la clientela de Lakua y explica a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA los miedos y beneficios a los que se enfrenta un empresario hostelero. 

Su andadura como emprendedor comenzó en agosto del pasado año. Llevaba más de un año valorando la idea de dar el salto al sector de la hostelería, pero tenía miedos y dudas. “Mis últimos años de vida laboral estuve en una empresa privada con un cargo de responsabilidad. Era un trabajo que me gustaba mucho; no me llenaba, pero estaba contento con el equipo y me sentía realizado y valorado”, reconoce. Sin embargo, sentía que había tocado techo en esa empresa y que ya no tenía oportunidad de crecimiento profesionalmente, algo que apagaba sus ilusiones.

Se define asimismo, de hecho, como una persona con mucha energía y ambiciosa laboralmente, por lo que sentir que se encontraba atascado le consumía poco a poco. Además, esas emociones, unidas a la pasión que siente por la hostelería –desde los 19 años ha trabajado detrás de distintos mostradores, en bares de día, de noche e incluso en restaurantes también con cargos de responsabilidad en el comedor– le impulsan a dejarlo todo y emprender un nuevo camino profesional.

Sin embargo, el miedo al fracaso debido a las cargas familiares –está casado y tiene dos niños pequeños de seis y tres años– le frenaban en la idea. “Algo que me dio mucho miedo también es lo que ocurrió tras la pandemia. Fueron muchos negocios los que bajaron de manera definitiva la persiana, y eso me hacía dudar mucho”, recuerda. Sin embargo, encontró el empujón que necesitaba en su mujer, Yiria, que le animó a apostar por sus sueños y en sus padres y distintos familiares. Por lo que, finalmente, en agosto del pasado año decidió alquilar el local. 

Buena acogida en Lakua

Desde entonces, los meses han transcurrido volando para él. Las primeras semanas estuvo volcado en la renovación del local algo que se demoró durante cerca de dos meses. En octubre llegó el día de la inauguración. Y, desde entonces, su local ha ido creciendo cada día más.

Actualmente, cuenta con un equipo de diez trabajadores para atender a su clientela. “Estamos superorgullosos y felices de la acogida que hemos tenido en Lakua. Queríamos darlo todo en este local y apostar al 100 % pero nunca nos imaginamos que en menos de un año tendríamos un equipo de hasta diez personas para lograr atender a toda la clientela que tenemos”, dice.

Él también está diariamente detrás del mostrador donde, además de servir cafés y pintxos, también hace de psicólogo con sus clientes con los que conversa con mimo diariamente. “Me encanta este trabajo, desde hacer las gestiones con los comerciales y proveedores, o ir a la tienda hasta la confianza que acabó teniendo con los clientes”, reconoce. Confianza que ha generado que su red de amistades haya ido creciendo a medida que su negocio lo ha hecho. 

Según reconoce, no obstante, parte de este éxito también reside en el apoyo incondicional y la ayuda que recibe de su mujer, quien es la que se encarga también de la parte más administrativa del local. “Abrir este negocio y apostar por mi crecimiento laboral es la mejor decisión que he tomado”, afirma. Tanto le apasiona su trabajo que cuando no trabaja también es habitual ver a Iván en la propia terraza de su negocio, disfrutando de un buen café mientras lee el periódico, en compañía de amigos, de su mujer o incluso en solitario. Por todo ello, anima a los jóvenes y nuevas generaciones a que siempre sigan sus sueños.

“Cuando te gusta lo que haces, cuando es algo vocacional y no lo haces solo por el dinero, se nota en el resultado final. Yo no tengo la sensación de ir a trabajar nunca, es algo que me gusta y es algo que todos mis clientes notan. A los que quieran emprender en la hostelería les doy dos consejos: primero que estudien, se formen, y luego que se dejen guiar por sus sueños”, aconseja mientras elabora la lista de un cumpleaños que celebrarán en su local.