Al barakaldés Mikel Pérez, afincado en Vitoria desde que cursó el grado de Estudios Vascos en la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), le llamaba la atención ver cómo los euskaldunes introducían términos en castellano en sus conversaciones diarias y hasta por escrito en redes sociales como Twitter, pese a que dominaban el euskera.

Sin embargo, en 2020 se propuso investigar este ‘euskañol’ desde un punto de vista científico para averiguar qué es lo que había detrás.

Para ello, realizó el trabajo Kode-alternantziaren erabilera eta jarrera euskaldunengan (Uso y actitud de la alternancia de códigos entre los vascoparlantes), que ha sido uno de los ocho que Euskaltzaindia acaba de premiar, a través del proyecto Mintzola sobre la oralidad en euskera.

Gracias a ello, Pérez recibirá una beca monográfica de 3.000 euros y casi un año de plazo para desarrollarlo más (para lo que tiene de plazo hasta el 29 de febrero de 2024).

Una idea que viene "de atrás"

Pero, como destaca Pérez, la idea del proyecto no surge de repente, “sino que viene de atrás”.

En concreto, del master de Lingüística Vasca y Filología que se imparte en la Facultad de Letras que empezó en 2020, donde en su asignatura de Psicolingüística fue saliendo el tema de la alternancia de código, “que popularmente es conocido como el spanglish o el euskañol, que al final es utilizar al mismo tiempo más de un idioma. Un fenómeno que ocurre en muchos lugares del mundo donde haya un contacto lingüístico con más de un idioma. Así, me empecé a interesar por este tema”, recuerda.

Conoció entonces a Amaia Amunarriz Ibarrola, profesora investigadora de la Facultad de Letras, que investiga temas como las afasia y la alternancia de código.Y finalmente realizó el trabajo de fin de master sobre el uso y actitudes que tienen los jóvenes bilingües (euskera-castellano) sobre la alternancia de código.

244 participantes

Para ello, hizo una encuesta online entre 244 participantes de 18 a 30 años, que empezaron y terminaron el cuestionario de 45 preguntas, pero como vio que se podía sacar más jugo de las respuestas, hizo algún otro proyecto más, entre los que está el premiado con la beca de Euskaltzaindia.

Y si hasta ese momento tenía en cuenta tres variables a la hora de analizar el uso que hacen de la alternancia de código que dicen tener: qué primera lengua tienen los bilingües, entorno sociolingüístico “porque no es lo mismo que sean de Bergara que de Barakaldo o Gasteiz”, y la competencia lingüística, el protecto Mintzola “ha cambiado el panorama” porque “he puesto el foco en esta última variable”.

De esta manera, “lo que voy a hacer es mirar la relación que hay entre el uso que dicen tener los jóvenes bilingües euskera-castellano en relación a la competencia lingüística, en el sentido del registro que dicen tener, por si tienen o no dialecto en euskera, qué tipo de fluidez tienen...”.  

Influye la zona en la que vives

Todavía es muy pronto para hablar de conclusiones, porque para eso habrá que esperar hasta el 29 de febrero, pero en relación al recorrido hecho hasta ahora, ha visto que mientras hablan mayormente en euskera, usan más la alternancia de código los jóvenes de entornos en los que el conocimiento del euskera es inferior al 50%.

“Por ejemplo, si comparásemos los participantes de Bergara (Gipuzkoa), donde el conocimiento del euskera es superior al 50%, a los de Barakaldo o Portugalete (ambas localidades en Bizkaia), donde es inferior a ese porcentaje, vemos que utilizan más la alternancia de código estos últimos. Es decir que aunque hablen en euskera, meten más el castellano en su discurso”, precisa.  

Por eso, uno de los “resultados claros” es que meten más castellano en el discurso de euskera los hablantes de zonas no tan vascófonas. “Se ve también que cuando la primera lengua es castellano utilizan más esta alternancia que cuando es euskera. Tiene que ver con lo que he mencionado antes, que cuando el entorno es más euskaldun utilizan menos esa alternancia”, añade.

Y a partir de ahora, gracias a ese plazo que le han dado hasta febrero para desarrollar su proyecto, profundizará más en la variable de competencia lingüística: “La intención es relacionarlo con un programa estadístico con el uso de la alternancia de código para ver hasta qué punto hay relación”, añade.