No ha mediado ninguna declaración taxativa sobre la identidad de la mujer que oficiará como primera alcaldesa de Gasteiz, pero con el transcurso de las horas va ganando enteros la probabilidad más que mera posibilidad de que la elegida el próximo 17 de junio sea Maider Etxebarria. La socialista y su entorno siguen guardando silencio a la espera de que vaya madurando la hipótesis con la que ya trabajan puertas adentro el PNV y el PP, además obviamente del PSE.

El líder del socialismo vasco, Eneko Andueza, ya conoce de primera mano la apuesta de su homólogo jeltzale, Andoni Ortuzar, por renovar el pacto global en Euskadi en favor de los candidatos recíprocos más votados.

Desde la constatación de que la entente ha funcionado en los órdenes municipal y foral, además de que todavía opera en el Gobierno Vasco, en favor de la estabilidad que hoy glosa en estas mismas páginas José Antonio Suso, presidente del Araba Buru Batzar, proclive a repetir cogobernanza con visión de país, en el caso de la Diputación con Ramiro González al frente. El guante está lanzado, si bien la reflexión del PSE se ha visto perturbada por el adelanto electoral decretado por Sánchez en el Estado, además de que considera que el tiempo juega a su favor en la negociación por el refuerzo de sus posiciones el 28-M respecto del alicaído PNV aun conservando su hegemonía en la CAV.

No obstante, fuentes socialistas dan por más que factible el acuerdo, ansiado por el PSE alavés por la relevancia de retomar la Alcaldía gasteiztarra tras el mandato agridulce de Patxi Lazcoz, y que también encajaría con la estrategia de Ferraz para el 23-J de marcar las máximas distancias con EH Bildu, a cuya candidata Rocio Vitero cortaría el paso Etxebarria.

La notoria viabilidad de la alianza entre PNV y PSE se topa sin embargo en las dos principales instituciones alavesas con la carencia en ambos casos de la mayoría absoluta a la que el PP apela para sumarse a la ecuación. Iñaki Oyarzabal proclamó la misma noche electoral lo estéril del triunfo de EH Bildu en Vitoria merced a sus 7 concejales, por delante de PSE, PP y PNV, empatados por este orden a 6 ediles. Sin embargo, ahora matiza que ese veto entonces terminante precisa de conversaciones formales con los interlocutores principales y que deberían salvaguardarse sus victorias por ejemplo en Laguardia y Labastida.

Pero Feijóo, ya definitivamente de campaña hostil contra Sánchez enarbolando el espantajo de ETA, lo repitió ayer alto y claro, sin medias tintas y sin condicionantes previos: el PP impedirá cualquier eventual alcaldía de EH Bildu si está en su mano.

La presión de Vitero

Ajena a las cocinas de PSE, PNV y PP, aunque oliendo lo que emana de ellas, Vitero acentúa su reivindicación de candidata más votada en Gasteiz, redoblando la presión pública sin demasiados visos de éxito a corto plazo aunque con la expectativa de rentabilizar esa victimización durante la legislatura. Anduvo ágil intentando una vía de negociación con PSE, PNV y Elkarrekin que solo este último parece estar dispuesto a explorar seriamente.

De hecho, Elkarrekin salió ayer en defensa de un pacto a la izquierda con EH Bildu y el PSE, alejándose al máximo del PNV tras aprobar los Presupuestos y el PGOU del alcalde Urtaran. Esa operación resulta hoy una quimera, aunque el silencio estratégico de Etxebarria dé cobertura a las interpretaciones incluso más endebles.