Ir de Vitoria de Andorra en un ciclomotor de 49 centímetros cúbicos, pasando por los Pirineos y subiendo el mítico Tourmalet por carreteras poco frecuentadas, es el “aventurón” de 1.266 kilómetros, entre ida y vuelta, que comenzó ayer y se prolongará hasta el día 29 y que disfrutan los 17 participantes de la edición de este año de The Moped Route (La ruta de los ciclomotores).
“El año pasado fuimos a Santiago de Compostela y este año nos apetecía Andorra porque es un paisaje muy bonito, aunque las condiciones son un poco más cambiantes porque, al final, la primavera es un participante más, así que tendremos nieve, sol o lluvia, pero al fin y al cabo, por muy duro que sea el día, cuando uno llega al hotel y te das una ducha caliente y te pones ropa seca, se sienta uno a cenar a contar las anécdotas del día de otra forma”, explicaba esta semana Sergio Hierro, presidente de la asociación de vehículos clásicos Gasteizko Classic Club que organiza esta ruta que empezó a hacerse en el año 2018.
La hora fijada para la salida de ayer era las 10.00 horas, desde la taberna Urko (Duque de Wellington), “porque solemos quedar allí y es uno de nuestros patrocinadores”. Y en esa primera etapa esperaban llegar hasta Elizondo (Navarra).
La caravana, en concreto, la forman 19 personas, pero dos de ellas van de asistencia, de apoyo, en una furgoneta, donde llevan el equipaje, que no son maletas, sino “unas bolsas que previamente se han dado a cada participante para que uno no lleve 50 maletas y otro una, sino lo que cabe en esa bolsa, que es lo que pueden llevar”.
Entre los participantes, hay desde jubilados, a una enfermera, hasta un chaval “de veintitantos”, “hay de todo porque realmente cualquier persona que tenga carné de conducir puede hacerlo, así que no tienen por qué ser miembros del Gasteizko Classic Club”.
“Cada participante llena su equipaje de experiencias que contará durante años ”
Y la experiencia es tan única que de sus 17 participantes, 13 son repetidores, “no es fácil encontrar participantes, pero en cada edición hay más participantes repetidores: unos han hecho todas las ediciones otros una, otros dos... Su empuje suele ser determinante para planear las siguientes ediciones”.
Eso sí, todos tienen en común que irán sobre una 49 centímetros cúbicos refrigerados por aire, al ser el requisito indispensable para apuntarse a esta ruta. “Son vehículos que ya tienen unos años y una mecánica muy sencilla, pero lo que ocurre es que te obliga a ir a una velocidad de viaje de unos 50 km/h en la que ves todo lo que pasa, todos los pueblos, como si fueras a hacerlo en bicicleta, pero es un poco complicado, por eso los puntos de control y las etapas se establecen con otros criterios”.
Sentido del humor
Hierro tenía claro que habrá días muy buenos y otros muy malos “porque lo raro es que no pase nada”. Por eso también otra de las cosas que necesita un participante es sentido del humor: “Esperar una grúa o intentar reparar en un paraje perdido no es una singularidad en The Moped Route. Busca un bar, piensa en cómo solucionarlo y disfruta de un café”, advertían.
Si se puede en cada etapa hacen una parada, que es el punto de control donde se hace un almuerzo en ruta, si el tiempo lo permite, “la gente va parando, se van haciendo grupos, a uno se le para la moto, el otro le ayuda... Hay mucho de compañerismo y de superación en esto también”, añadía.
“Nos apetecía Andorra porque su paisaje, aunque las condiciones son un poco más cambiantes”
Preguntado por qué puede ser lo más duro de la ruta respondía que puede ser “prácticamente todo porque las condiciones no son perfectas ni para el tipo de vehículo, ni para la época del año ni para las rutas que se hacen, subiendo puertos de montaña, pero, precisamente, eso es lo que le da valor. Es una aventura, controlada porque se duerme en hotel, pero en la que se conoce gente y desear o temer la siguiente jornada siempre provoca risas. La gente que ha hecho otras ediciones cuando hacemos la comida antes de salir, cuenta las aventuras del año en el que la hizo como si fuera aquello la mili... Es algo que llena mucho a la gente que lo hace. Es una aventura humilde, en el sentido de que no es algo muy publicitado y en la que se puedan llevar muchos vehículos, pero cada uno de ellos llenan su equipaje de experiencias y anécdotas que contarás durante años y eso que muchos de ellos son gente que anda en moto y de las grandes”.
Otro de los momentos más inolvidables de este viaje suele ser la entrega de trofeos, como la que hará cuando lleguen en Urko Taberna el día 29, “se votan en la cena de la última noche y en secreto porque los premios son muy personales, como al que menos se pierde. Como se votan entre los participantes, tienen ese valor añadido, como todo en esta ruta, de que te lo está otorgando la gente que ha pasado contigo ratos de risa, de lluvia, de averías”.
No en vano, The Moped Route es no es una competición al más rápido o a quien llega antes, sino al piloto 49 cc que mejor se lo pasa, al mejor sentido del humor, al mejor compañero...