Mantener la sobriedad después de haber salido de una destructiva relación con el alcohol siempre es motivo de celebración. Lo saben muy bien las personas que, como Edurne, un buen día lograron alejarse de la bebida y tiempo después, con grandes dosis de tenacidad y fuerza de voluntad, y gracias a la ayuda de otros iguales, siguen manteniéndola a raya. 

“Solo por hoy” es uno de sus lemas estrella. El mismo que enarbola la organización de la que esta gasteiztarra es parte activa, Alcohólicos Anónimos (A.A.), cuyo grupo 24 horas acaba de cumplir siete años de trayectoria en la ciudad. Lo conmemoraban este sábado con un asamblea en el colegio Inmaculada Concepción de Abetxuko, abierta a cualquier persona que lo desee, tenga o no problemas con su manera de beber.

A día de hoy son 16 los miembros estables que suma esta comunidad, a los que habría que añadir a otras muchas personas más que “van y vienen” por el local de la calle Burgos 19 –en Aranbizkarra– que les da refugio. 

A diferencia de lo que sucede en los grupos convencionales de A.A., quienes integran este se turnan para hacer guardia los 365 días del año, mañana, tarde y noche, y las puertas del espacio se encuentran abiertas de forma permanente para quien lo pueda necesitar. Lo mismo ocurre con su número de teléfono, el 945033206, donde al otro lado siempre va a haber una voz amiga dispuesta a ayudar a cualquier persona que lo requiera. 

Más de 300 personas han tocado las puertas del grupo 24 horas de Vitoria desde que echó a andar en el año 2015, convirtiéndose así en el primero de estas características en el conjunto de Euskal Herria y su entorno cercano. Todavía hoy sigue siendo el único, “aunque necesidad hay”, según advierte Edurne en conversación con este periódico. 

Quienes integran el servicio hacen guardia los 365 días del año, mañana, tarde y noche, y las puertas del espacio se encuentran abiertas de forma permanente

Ella cruzó las puertas de esta comunidad hace tres años, “después de mucho intentarlo”. De acudir al Centro de Orientación y Tratamiento de las Adicciones (COTA) de Osakidetza, de recibir apoyo psicológico “durante muchos años”, de medicarse... “Pero siempre fracasé en los intentos”, relata. Hasta que, ya cumplidos los 58 años –ahora tiene 61–, vio en esta comunidad casi el último clavo al que agarrarse. 

“Normalmente lo has intentado muchas veces. A estos grupos no llegas con una borrachera, ni con dos. Mucha gente se imagina que todas somos personas que hemos terminado en un banco bebiendo de un cartón pero el alcoholismo no entiende de clases sociales, ni de edades, ni de culturas. Es transversal”, remarca Edurne, funcionaria de profesión. 

Esta vecina comparte el “vacío” que “siempre” ha sentido durante las fases más agudas de su enfermedad. Esa “fragilidad”, la “soledad”. Y en su caso, el “estigma” que a tantas mujeres alcohólicas rodea por el simple hecho de ser mujeres, una circunstancia que a Edurne empujó a beber habitualmente en casa, a escondidas. “Acabas bebiendo a solas, lo cual agrava el problema, porque nadie te ve ni te puede decir nada”, reconoce.

Llegar al grupo ha sido para Edurne una “revolución”. Su vida ha cambiado “a mejor”, aunque “poco a poco”, y siempre con el inestimable apoyo de sus compañeros. “Solo no se puede. Siempre hay que pedir ayuda y tener mucha fuerza de voluntad”, asume esta vitoriana. 

"Mucha gente se imagina que todas somos personas que hemos terminado en un banco bebiendo de un cartón pero el alcoholismo no entiende de clases sociales, ni de edades, ni de culturas. Es transversal”

El deseo de estar sobrio

Para quien todavía no conozca A.A., tiene que saber que el único requisito para sumarse a cualquiera de sus grupos es tener un mínimo deseo de mantenerse sobrio. Sus integrantes no necesitan pagar cuotas u honorarios, ni mucho menos pertenecer a una institución, religión u organización política. Lo único que todos comparten es la experiencia mutua, así como la fortaleza y la esperanza por superar una enfermedad tan común como el alcoholismo y, al mismo tiempo, ayudar a otros a recuperarse. 

Edurne lanza un mensaje a cualquier persona que pueda estar sufriendo por su relación con el alcohol y esté leyendo estas líneas: ”Le diría que pida ayuda. Que acuda a un sitio donde le puedan echar una mano. Que venga a nuestra asociación o a cualquier otro grupo porque le podrán ayudar”, insta.