La comunidad peruana afincada en Vitoria ha celebrado este domingo su día grande de mano del Señor de los Milagros, patrón de Perú y principal celebración en este país americano, cuya festividad se extiende por todo el mundo y también se ha conmemorado en la capital alavesa. La capilla de Santiago, junto a la catedral de Santa María, se ha quedado pequeña para albergar al más de centenar de fieles que han acudido para celebrar una eucaristía presidida por el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y en la que las lecturas, ofrendas, rezos y cantos han tenido un marcado perfil peruano.

Tras la misa, una procesión ha recorrido las calles del Casco Medieval desde la catedral vieja y hasta la balconada de San Miguel donde los fieles han realizado el tradicional acto de hermandad de los peruanos hacia la patrona de la ciudad, la Virgen Blanca, como signo de pertenencia y cariño de la comunidad peruana a Vitoria y ha entonado nuevamente sus cantos y bailes típicos del folklore peruano.

Los peruanos se agrupan en torno a la cofradía del Cristo de los Milagros que se estrenó en la ciudad en la Semana Santa de 2019. Ataviados con sus características túnicas moradas, las mujeres han portado mantillas blancas sobre sus cabezas y ha habido un grupo de mujeres que ha acompañado el paseo de la imagen con las camisetas de la selección de fútbol de Perú, conocida como la Blanquirroja o la Bicolor por la tonalidad de su bandera. Además del obispo, el párroco de la parte medieval de la ciudad, Juan Carlos Pinedo, y el diácono Fidel Molina han seguido a la comitiva con la veterana fanfarre alavesa Ezberdinak a la cabeza. 

La cofradía ha dado “las gracias a Dios” por haber recuperado a varios de sus fieles, enfermos de covid-19, así como por fomentar “el perdón y las reconciliaciones familiares”. Asimismo, han animado a todos los presentes a sumarse al rezo del santo rosario cada tercer domingo de cada mes. La imagen que han paseado por Vitoria es una réplica del Cristo de los Milagros, cuyo original se encuentra en Lima y data del año 1651. 

Veneración especial

La historia del Señor de los Milagros se remonta a un enorme terremoto que asoló la capital del país, Lima, en 1655. El potente sismo destrozó la ciudad entera y de lo poco que quedó en pie fue un pequeño y sencillo muro de adobe en el que se hallaba pintada la imagen del Cristo crucificado. Treinta y dos años más tarde, otro terremoto destruyó la ciudad, quedando nuevamente íntegra la imagen. Desde ese momento, se extendió por todo el país una veneración muy especial por esta representación, llamándolo desde entonces el Señor de los Milagros y adoptándolo como protector y patrón del pueblo peruano. Alrededor de las ruinas de aquella tapia, se levantó un gran templo al que hoy acuden millones de personas al año.