Justo en su mejor momento, con Limones en Invierno recién publicado, apareció la pandemia. Aún así, Izaro ha luchado a brazo partido estos dos años y pico por un disco que, a pesar de todo, le ha dado muchas alegrías. Tanto que ha querido darle una especie de segunda vida con la publicación de Limones de Oro. Antes de tomarse un pequeño respiro tras esta época tan intensa en lo profesional, la creadora llega hoy a la plaza de los Fueros para ofrecer un concierto bien diferente al que dará el 7 de enero de 2023 en el Principal. “Hoy es 7 y volveré un 7. Me gusta”, ríe. Eso sí, avisa, quien quiera verla, que aproveche ahora, porque después costará un buen rato encontrársela de nuevo en un directo.

Hace poco más de un año estuvo en Vitoria, actuando en el Iradier Arena, en un momento de limitaciones de aforo, mascarillas, distancias y demás restricciones. Ahora se está en una situación bien diferente. ¿Recuperando sensaciones sobre las tablas?

Sí, sí. Es cierto que yo siempre he sido de salas y de teatros. Son mi hábitat natural. Pero es cierto que este año me apetece la calle y las fiestas. Son espacios en los que, además, puedes reunir a más cantidad de personas y necesito tener ese ambiente como de reunirnos, esa atmósfera de fiesta que no hemos podido tener durante tanto tiempo. Estoy contenta de poder estar en este punto.

Hoy está en los Fueros, en una plaza grande y en plenas fiestas de La Blanca. El 7 de enero de 2023 estará en el Principal, en el fin de gira, en una situación muy diferente. ¿Son las mismas Izaro o a la fuerza algo tiene que ser distinto?

Sí, sí, tiene que ser diferente. Como todo en la vida, todo está siempre relacionado. Para mí, cuál es el público y cómo es el espacio donde actúo es algo muy activo. Es decir, dependiendo del lugar y de la gente tanto yo como la actuación somos distintas. Y es algo que me está gustando mucho de todo esto, el poder ser yo diferente aunque siga siendo Izaro. Así también la gente que repite en mis conciertos, que por fortuna la hay, pueda ver en cada ocasión algo singular, distinto, único.

Ese concierto, hasta donde se sabe, será el último de la actual gira.

Puedo decirte que será el penúltimo (risas). Pero no puedo entrar en detalles.

Pero después de todo lo vivido con ‘Limones de Invierno’ y ‘Limones de Oro’ no sé si va a llegar a ese broche un poco cansada mentalmente porque estos dos años y pico han tenido que ser difíciles para usted.

Realmente, desde un punto de vista mental, estoy agotada. Tanto que incluso me cuesta no estar físicamente cansada. Es verdad que ha sido mucho carrete, muchas cosas que pensar, muchas decisiones que tomar, muchas cuestiones a las que dar vueltas y vueltas. De hecho, en noviembre del año pasado me apunté a terapia. Tengo ganas de que llegue el final de gira y poder reposar todo para decir: vale, ya está, hemos superado la pandemia.

¿Y después? ¿O no hay planes?

Los hay. Pero en este fin de gira sí le diría a la gente, aunque sea con la boca pequeña, que si quiere que nos veamos, aproveche porque después igual, durante un tiempito, no hay más bolos.

Eso sí, a pesar de todo, lo cierto es que estos ‘Limones de Invierno’ han dado su jugo.

Estoy satisfecha, por supuesto. Es verdad que al principio, cuando apareció la pandemia, pensábamos que todo aquello, sobre todo en los meses del confinamiento, se iba a tragar el disco. Les ha pasado a muchos trabajos, que parece como que han desaparecido. Pero si ahora me paro a pensar y a ver lo que ha pasado durante este tiempo, me doy cuenta de que la gente me sigue uniendo con Limones. Eso significa que el disco ha cuajado, ha llegado al público.

¿Por qué darle al álbum esta suerte de segunda vida que supone ‘Limones de Oro’?

Porque estaba componiendo cosas nuevas, que me venían con el proceso personal que estaba viviendo, pero se me hacía violento publicar otro disco como si no hubiera pasado nada. No podía sacar otro álbum de cero sin crear como un puente de todo el caos que hemos venido teniendo hacia otra nueva aventura. Yo necesitaba Limones de Oro para poder transitar hacia el que será el próximo disco.

¿Cree que el público también necesita esos puentes?

No lo sé. Supongo que estará pensando que quiere canciones nuevas. Pero es verdad que nos está pasando una cosa curiosa en este sentido. Realmente, hasta que se levantaron las restricciones, mucha gente que quería venir, se quedó sin compartir en directo Limones de Invierno. Los aforos reducidos limitaron mucho en ese sentido. Ahora, todas esas personas sí que están pudiendo venir y compartir. Es como si el mismo limonero, diera frutos por segunda vez.

Por cierto, antes o después del concierto en Fueros, ¿habrá algo de tiempo para algo de fiesta?

Qué va. Soy de poca fiesta, no creas (risas). No sé de lo que soy. Tal vez de otro tipo de fiesta.

En este caso, en una actuación al aire libre y con la gente con ganas de fiesta, ¿se cambia el repertorio o las formas de tocar?

Sí, un poco sí que cambian las cosas. Le hemos ido cogiendo la medida a estos formatos más grandes y creo que le tenemos ya pillado el formato. Vamos cambiando canciones dependiendo de cómo sea el ambiente. Aunque siempre me gusta mantener una o dos canciones que sean más, no sé cómo decirlo, solemnes. Así no perdemos nuestra esencia (risas). Pero estoy sacando mi artillería de jarana, ya lo verá la gente esta noche.

De los conciertos que quedan hasta esa despedida de la que hablábamos antes, ¿cada fecha que pase, ahí estará Izaro haciendo una cruz en el calendario?

No te sabría decir si estoy como venga, ya queda uno menos o como venga, ya hemos podido hacer uno más. Esa sensación de también hemos podido hacer este concierto está siendo muy importante para mí. Tras el confinamiento hicimos 76 bolos y pudimos hacerlos todo, no tuvimos que suspender ninguno. Eso fue muy fuerte. Éramos mucha gente trabajando y hubiera sido normal tener positivos. Pero no fue así y fue una suerte y una alegría poder hacer todas esas actuaciones. Ahora miro el calendario que tenemos por delante y me pregunto si podremos hacerlos todos. Espero y deseo que sí. Cada vez que termino un concierto pienso: genial, uno más, lo hemos podido hacer.

A todo esto, ¿le está dando tiempo a ir algún concierto como espectadora o imposible?

A muy pocos. Pero fui a ver, por ejemplo, a Rosalía al BEC.