Los nuevos datos de paro registrado ahondan en una situación altamente positiva en cuanto a la reducción del desempleo y la afiliación a la Seguridad Social en términos interanuales tanto en los ámbitos autonómicos –comunidades del País Vasco y de Navarra– como en el conjunto del Estado. Las cifras deben leerse con una perspectiva realista y esto conlleva no caer en la euforia ni sembrar enfoques negativos que no responde a la realidad. Es relativamente frecuente contemplar cómo lecturas asociadas al comportamiento del empleo en términos porcentuales relativos alimentan la presunción de que los territorios forales resultan menos dinámicos que su entorno.
Esto suele suceder en los períodos en los que la reactivación de los servicios asociados al turismo muestran una mayor contratación en el Estado. Es preciso interpretar la estacionalidad del fenómeno en su justa medida y recordar siempre que las tasas de paro que muestran Navarra y la CAPV permanecen entre cuatro y cinco puntos por debajo de las medias estatales. No cabe concluir, como a veces parece, que un descenso porcentual mayor del desempleo es preferible a una tasa más baja. Sobre todo si ésta queda más cerca del paro técnico de las economías avanzadas. No obstante, lo descrito tampoco debería animar a reducir la lectura de situación a la satisfacción. Es cierto que existe una mayor estabilidad y una mejora salarial, sobre todo en los ámbitos relacionados con el empleo industrial y los servicios avanzados. Pero no es menos cierto que el reto pendiente debe ser la calidad de ese empleo en términos de sostenibilidad económica y desestacionalización. No cabe mantener líneas de reflexión separadas entre la necesaria captación de talento en una situación demográfica decreciente y la calidad salarial y condiciones laborales –con especial atención a la conciliación familiar–. La ecuación, que implica a todas las partes de la relación laboral, solo quedará equilibrada si se contempla la sostenibilidad de la estructura productiva y la de su fuerza de trabajo. El empleo de baja calidad crea bolsas de dependencia tan peligrosas como un encarecimiento salarial por encima de lo sostenible. El equilibrio demanda la aportación de todos los agentes sociales para garantizarlo. La negociación colectiva es imprescindible para los acuerdos.