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Editorial

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Ansia de paz y desprecio a Ucrania

La situación en Ucrania sigue siendo tan insostenible en todos los aspectos como en el inicio de la invasión sufrida. Con el añadido de la destrucción padecida y las vidas perdidas, solo el prolongado desgaste de la agresión rusa para todas las partes abre una expectativa de negociación que pueda conllevar un alto el fuego. Éste es, sin duda el primer objetivo: que cese la violencia. No es un paso menor, puesto que no tiene precedente, que delegaciones de ambas partes se reconozcan como interlocutores en Turquía. No obstante, un diálogo de paz debe serlo de estabilización, de resarcimiento y de reconstrucción y esto no aparece en las agendas. La irrupción de Estados Unidos como mediador unilateral, rompiendo la unidad de acción con Europa y dejando en franca debilidad la posición negociadora de Ucrania, ha sido desastrosa hasta la fecha. Ucrania está hoy sometida a la parálisis, la errática diplomacia y la escenografía de salón cuyo ritmo marcan Donald Trump y Vladímir Putin, como cuando su integridad y superviviencia como estado independiente estaba en cuestión. La falta de iniciativa causa tanto daño a Kiev como la amenaza de quedarse inerme por falta de suministros con los que contener la agresión. El ciclo de contactos, sobre el que se inflaron expectativas, primero, para desinflarlas a continuación, que debe mantenerse en Turquía será otro fracaso si nadie lo toma en serio. Desde luego, el Kremlin ya ha dejado claro que su prioridad no es una negociación con el presidente Zelenski sino una cumbre bilateral de Putin con Donald Trump. Éste último está demostrándose más inclinado a la mano dura con el débil y a ponerse de perfil a la hora de ejercer de garante de un proceso en el que no está dispuesto a identificarse con el fracaso. La ruptura de la unidad de acción de Washington con Europa también perjudica a Ucrania en tanto pone sordina a la latente presencia de la OTAN y desplaza como mediador a la Unión Europea. Obligada a un alineamiento de parte por sus principios y prioridades estratégicas, la UE es percibida como un rival por el Kremlin, que prioriza reducir su expansión –aunque en su discurso se apunte a la OTAN, la amenaza para el régimen ruso es el sistema regulado de acuerdos políticos, sociales y de mercado de la UE–. En medio, Ucrania sigue invadida y secuestrada.