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Editorial

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Inestabilidad en Siria

El rebrote de una violencia latente en Siria ha disparado las alarmas sobre la situación del país, desde el que sus nuevos gobernantes han querido proyectar una imagen de modernidad y apertura que quizá ha sido asumida demasiado pronto. Es cierto que la conveniencia de la comunidad internacional es considerar que se esté superando un largo ciclo de guerra civil e intereses contrapuestos en la región.

Sin embargo, a ese anhelo no se le puede despojar del rigor en el análisis y, hoy por hoy, en Siria no se han restablecido principios democráticos ni respeto a los derechos humanos y los mismos observadores independientes y ONG que antes denunciaban la brutalidad del régimen de Bashar Al Asad nos advierten ahora de que el liderazgo islamista que se ha hecho con las riendas del país estaría deslizándose hacia el revanchismo con las minorías no afines a su causa. Alauitas y cristianos padecen ya la represión, que se ha cobrado cientos de vidas de civiles, tras haber estado alineados con el régimen anterior frente a la mayoría suní.

Por extensión, los intereses del régimen turco de Recep Tayyip Erdogan, que fue sustento de la rebelión que alzó a los nuevos gobernantes, los kurdos se han visto también acosados pese a haber sido claves en la oposición a Al Asad. Y, en el colmo del cambio de alianzas y de intereses, el nuevo régimen islamista apunta a ser un mero maquillaje de las prioridades y objetivos de los yihadistas suníes del Estado Islámico y Al Qaeda. El puzle es demasiado intrincado para dividir radicalmente los límites de las alianzas y las enemistades o para descartar otra guerra civil.

El hecho de que Rusia e Irán fueran el sustento de Al Asad facilitó considerar que quienes le derrocaron serían más afines a los intereses de las democracias occidentales. Los hechos no apuntan en esa dirección y la esencia ideológica, con la implantación de un estado religioso, de quienes pilotan la transición apunta claramente a un modelo no homologable con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La inestabilidad de la región se incrementa en medio de varias crisis bélicas entrelazadas que afectan a Palestina, Israel, Líbano, Siria, Irak, Irán, Arabia Saudí y Yemen, con Turquía ejerciendo de árbitro interesado en varias de ellas. Y hablamos de la región colindante con el flanco suroriental de Europa.