La incertidumbre ha venido para quedarse, al menos a medio plazo. El terremoto económico causado por los conflictos bélicos –en especial, la guerra de Ucrania– a nivel global pero sobre todo en Europa se está viendo agravado ahora tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El caos diario que está provocando el presidente norteamericano con sus medidas –en especial, los aranceles anunciados que han desatado una guerra comercial y las políticas ultraproteccionistas– ha agravado la sensación de vulnerabilidad e inestabilidad en la economía mundial.
De ahí que los diferentes organismos estén adoptando contramedidas para afrontar la situación. Por este camino transita, por ejemplo, el Plan Industrial para el Automóvil Europeo elaborado por la Comisión Europea y que fue presentado la semana pasada por la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen. Una propuesta de calado que plantea, entre otras cosas, la flexibilización de la norma europea de emisiones de carbono, la unificación de las ayudas de los diferentes Estados a la compra de vehículos eléctricos y, en definitiva, el impulso de la industria local de automoción, lo que supondrá un gran alivio para los fabricantes y firmas auxiliares, de gran importancia tanto en la CAV como en Nafarroa.
También en este contexto tan confuso se encuadra la decisión adoptada por el Banco Central Europeo (BCE), que ha acordado su quinta rebaja consecutiva de los tipos de interés. Este nuevo recorte del precio del dinero en 25 puntos básicos, que deja la tasa en el 2,5% –su nivel más bajo en dos años–, abunda en la senda emprendida por el BCE en los últimos meses al albur de la convicción de que la inflación sigue controlada y avanza hacia el objetivo marcado del 2%, aunque la presidenta, Christine Lagarde, advirtió de que la guerra comercial tendrá consecuencias negativas en crecimiento e inversión, por lo que no descartó cambios en esta política de bajadas sistemáticas. De ahí que sea plausible pensar que la guerra arancelaria de Donald Trump y la respuesta de otras potencias como China y también Europa repercuta directamente en un aumento de la inestabilidad y la incertidumbre que ya están padeciendo las empresas. Con el añadido de que el rearme y el mayor gasto en Defensa de los Estados puede, a su vez, elevar la inflación.