El fuerte simbolismo elegido por el Partido Nacionalista Vasco para la celebración ayer de su tradicional Alderdi Eguna no dejaba lugar a dudas sobre el claro mensaje que trataba de lanzar la formación jeltzale en un momento clave en el que su militancia se apresta a celebrar un proceso interno en el que reforzará su corpus ideológico y elegirá una nueva dirección para los próximos años. “Katea ez da eten” es un lema estratégicamente utilizado por el PNV a lo largo de toda su trayectoria y ayer volvió a estar muy presente para simbolizar “la unión” que, según resaltó el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, caracteriza a los jeltzales: “Todo el partido es una larga cadena compuesta de miles, de decenas de miles de eslabones”, afirmó, antes de presentar a “dos alderdikides muy especiales”, el afiliado más veterano, de 101 años, y la militante más joven, que encarnaban esa unidad interna con la que la formación quiere afrontar su proceso renovador. Un proceso que arrancará el próximo 20 de enero y concluirá en la Asamblea General del 29 y 30 de marzo de 2025. En cualquier caso, tanto Ortuzar como Imanol Pradales, que celebró ayer su primer Alderdi Eguna como lehendakari, dejaron claro que ese rearme ideológico y organizativo del PNV mantendrá las bases que caracterizan a la formación durante sus casi 130 años de vida, esto es, la defensa de la nación vasca y su reconocimiento, la cultura vasca en toda su dimensión, la construcción nacional y social de Euskadi mediante el autogobierno, su actualización y mejora constantes en una sociedad moderna y cohesionada basada en los valores del desarrollo humano, la prosperidad, la justicia social, la sostenibilidad y la libertad. No en vano son los valores de centralidad no exenta de exigencias y reivindicaciones legítimas que han llevado a la formación jeltzale a ser el partido mayoritario de Euskadi durante los últimos cuarenta años, lo que le ha permitido liderar el país y sus instituciones y ganar amplias cotas de influencia en el Estado español y en Europa. El Alderdi Eguna supuso, en este sentido, una nueva exhibición de fortaleza y unidad mediante un baño de masas y de comunión entre la militancia jeltzale y sus dirigentes. Los próximos seis meses, hasta la Asamblea General, fijarán las bases estratégicas y determinarán el futuro del PNV y su liderazgo en Euskadi.
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