La ciudadanía de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se ha manifestado en las urnas y ha transmitido una diversidad de mensajes que los líderes de la política del país están conminados a interpretar. En primer lugar, la polarización de liderazgo entre PNV y EH Bildu se traduce en la victoria en votos de los jeltzales y el reforzamiento de la coalición, hasta empatar en escaños tras absorber la representación de la izquierda confederal española y rentabilizar la movilización de sus bases. El desgaste anticipado en las encuestas tras años marcados por las tensiones sanitarias y económicas inducidas no se ha traducido en un desplome del PNV pero sí en un voto del malestar en favor de EH Bildu. No obstante, este desgaste no impide que la mayoría de gobierno esté en condiciones de repetirse en la próxima legislatura: los jeltzales han aguantado el tirón pese a que su electorado parece haberse movilizado menos y el socio minoritario del gobierno, el PSE, conserva parte del impulso que el pasado año le permitió ganar las elecciones generales en Euskadi. Como líder de la oposición, EH Bildu ha rentabilizado su rebaja de la pulsión soberanista y reforzado su discurso social. Le ha bastado, de hecho, para que la corriente social que se califica de progresista haya amortizado su carencia de reflexión ética sobre la violencia. Elkarrekin Podemos, que explícitamente jugó a retirar el foco de este aspecto en los últimos días desaparece en la ola que alimentó. Esa ola de EH Bildu no es una novedad, puesto que tiene precedente en el ámbito foral, pero sí un nuevo escenario de pugna estabilizada entre los dos modelos que se han reivindicado en las figuras de PNV y la propia coalición que dirige Sortu. Por otro lado, el peso del debate estatal, el antagonismo visceral entre PP y PSOE no ha sido un eje de la campaña pero el eco de las elecciones generales sí ha orientado a una parte de los votantes en ese pulso, que gana claramente el PSE ante un PP que crece pero no ha sido capaz de eliminar a Vox, que sigue enquistado en su costado en Araba. En todo caso, la diversidad de modelos de gobernanza que está y seguirá estando en juego, ha sido percibida por los votantes y su decisión propicia una legislatura estable para el próximo Gobierno Vasco, que estará liderado por Imanol Pradales y anticipa la reedición de un acuerdo de bases con el PSE.