El inicio por parte del Gobierno español del procedimiento de declaración de la Casa de Juntas de Gernika como lugar de memoria con base en la Ley de Memoria Democrática, decisión adoptada en coincidencia con el aniversario del bombardeo fascista contra la población de la villa foral en 1937, ha generado confusión, perplejidad y malestar en las instituciones vascas, situación que es obligado reconducir de manera urgente y correcta. Gernika ha sido y es un lugar reconocido internacionalmente como símbolo tanto de la barbarie del bombardeo –considerado el primero masivo contra la población civil– como de las libertades del pueblo vasco y de su lucha por el autogobierno representadas en el Árbol foral, y de las instituciones democráticas vascas encarnadas en la Casa de Juntas que alberga hoy en día el Parlamento vizcaíno. Gernika es ya, de por sí, un lugar de memoria conocido en todo el mundo y que, bien planteado, consensuado y decidido de común acuerdo, podría ser así declarado de manera oficial. No lo ha hecho así, sin embargo, el Gobierno español, a quien la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, ha exigido una rectificación. La improvisación y/o la precipitación del Ejecutivo de Pedro Sánchez han llevado a que las instituciones vascas se enterasen del inicio del expediente solo tras su publicación en el BOE, lo que no es de recibo, sobre todo en una materia de especial sensibilidad como es la memoria. Los evidentes errores que contiene la resolución publicada por la Dirección General de Memoria Democrática indican tanto un desconocimiento de la materia como la ausencia de comunicación con las instituciones vascas y, también, las prisas por aprobarla en un escenario en el que aumenta la presión al Gobierno español para que realice un gesto oficial de reparación moral e institucional hacia Gernika y las víctimas del bombardeo. Una manifestación necesaria que continúa pendiente y que en absoluto quedará saldada con la declaración de la villa foral como lugar de memoria. La petición de disculpas por parte del Ministerio de Memoria Democrática a la presidenta vizcaína, Ana Otadui, por las formas utilizadas es el primer paso hacia la reconducción de este desencuentro, la rectificación de los términos de la declaración y el inicio de un diálogo que conduzca al consenso.