El inaudito escándalo de las filtraciones de documentos secretos de Estados Unidos con información militar y, en especial, sobre la guerra en Ucrania ha añadido incertidumbre y riesgo de efectos catastróficos tanto en lo relativo al conflicto entre Kiev y Moscú como a otros aspectos estratégicos de la política internacional. La detención del presunto autor de las filtraciones, Jack Teixeira, un soldado de la Guardia Nacional de solo 21 años, y los datos sobre su ideología racista y ultraderechista así como la forma en la que difundió los documentos por medio de un chat con otros adolescentes, no solo no han despejado las dudas sino que han incrementado la inquietud sobre los hechos. Los cargos a los que se enfrenta Teixeira –apropiación y retención no autorizada de documentos clasificados y retención y difusión de información que afecta a la seguridad nacional norteamericana– son ilustrativos de la gravedad de la filtración. La revelación de estos secretos afecta indudablemente a la confianza de los aliados y de la propia OTAN en la inteligencia de Estados Unidos y ha generado las primeras y lógicas tensiones. Preocupa, sobre todo, la incidencia que pueda tener la información de la que ahora dispone Rusia en el desarrollo de la guerra, ya que los documentos revelan datos estratégicos sobre, por ejemplo, la capacidad militar y las supuestas carencias en este apartado de Ucrania o del Kremlin e incluso la distribución de las tropas sobre el terreno. Estas tensiones se añaden a algunas grietas que empiezan a vislumbrarse entre los países de la UE, en especial en el caso de Hungría, que mantiene una actitud muy crítica con Washington hasta el punto de que en los últimos días han saltado chispas en sus relaciones, y ha vuelto a soliviantar a Zelenski después de que Orban pusiera en duda la capacidad económica ucraniana. La prohibición por parte de Hungría y Polonia de la importación de grano y otros productos agrícolas de Ucrania para proteger sus intereses internos amenaza con agrandar las diferencias. Todos estos hechos constituyen un mal escenario para el desarrollo de la guerra y para la necesaria unidad de los aliados frente a la agresión perpetrada por Vladímir Putin. Mientras, los países parecen fiar la vía diplomática exclusivamente a la muy difusa e interesada actitud de China.
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