El espacio ideológico situado a la izquierda del PSOE en el Estado español busca desde hace décadas una articulación política unitaria que aumente su electorado y capacidad de influencia, durante muchos años casi totalmente irrelevante. No otra cosa intentó ser Izquierda Unida, con el objetivo de desprenderse del lastre y freno que significaban las viejas y férreas estructuras del PCE, aunque no lo consiguió del todo. La creación de Podemos al calor del movimiento que generó el 15-M en 2011 y en nombre de la “nueva política” parecía aglutinar ese espacio, pero a la vista está, doce años después, que no ha sido así, en buena parte por los personalismos –el primero, el de Pablo Iglesias, aunque no el único– que lo han guiado, liderado y en muchos casos tratado de controlar o instrumentalizar. La eclosión desde el Gobierno español de coalición de la figura emergente de Yolanda Díaz y con el impulso que le ha ofrecido esa inédita cuota de poder, la vicepresidenta segunda aborda ahora su gran proyecto común de izquierda o progresista que ha bautizado como Sumar y cuyas líneas generales presentó ayer en Madrid, marco en el que oficializó que será candidata a las elecciones de otoño para ser “la primera presidenta de España”. A nadie se le escapa que la ausencia de Podemos –aunque sí estuvieron algunas de sus organizaciones como la navarra, no así de la CAV– en ese acto –con presencia de representantes de una docena de organizaciones, entre ellas IU, En Comú, Más País (escisión de los morados), Compromís, Equo y Batzarre– es la constatación de la dificultad de esa unidad y de la tradicional lucha ideológica y por el poder y el liderazgo en el seno de la izquierda. Desde el lema elegido –Empieza todo–, a caballo entre el adanismo y la ruptura con el pasado, hasta las expresiones en forma de evidentes recados a sus compañeros de Podemos, en especial el contundente “yo no soy de nadie” y “estamos cansadas de tutelas”, el proyecto de Sumar se reivindica como una especie de “nueva nueva política” con guiños a las reivindicaciones de la izquierda en los últimos tiempos. Yolanda Díaz, que ofreció un discurso dirigido casi exclusivamente a la emotividad y, por ello, muy etéreo, tiene ante sí un primer gran desafío en su apuesta por sumar a una amalgama de partidos y organizaciones rivales entre sí, con liderazgos y egos muy consolidados.
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