La necesidad de encarar la transformación energética se ha vuelto imperiosa por el impacto creciente de las emisiones en el medioambiente y la cuenta atrás para detener el cambio climático. Un país dependiente energéticamente del exterior por carencia de fuentes propias es un país que pierde competitividad y reduce sus posibilidades de afrontar una descarbonización eficaz. Sin reservas propias de hidrocarburos, la apuesta para solventar las necesidades energéticas de la sociedad y la economía vascas con autosuficiencia pasan por los proyectos de generación renovable: fundamentalmente eólica y solar. Pero afrontar con decisión esa estrategia requiere un compromiso compartido y una elevación del análisis desde el hiperlocalismo que lo caracteriza. Ningún proyecto industrial –y los parques eólicos y huertos solares lo son– es bienvenido en el ámbito más local destinado a acogerlo. Demandamos generación de bienestar, riqueza y empleo pero en demasiadas ocasiones aspiramos a que las instalaciones que los propician se ubiquen a distancia de nuestros intereses más cercanos por comodidad, desconocimiento o prevención. En la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) hay casi una veintena de proyectos de generación eólica y solar que se verán sometidos a debate por esta circunstancia, que tradicionalmente ha entorpecido su implantación. Las debidas garantías de sostenibilidad de los proyectos pasan por los estudios de impacto ambiental, que deben permitir identificar los ámbitos sobre los que incidir para minimizar su afectación al entorno. No obstante, debemos ser muy sinceros en la toma de conciencia: toda actividad humana genera impacto en el entorno. La ubicación de los parques eólicos o solares solo puede estar allí donde el viento o el sol los hacen eficientes. Y esto generará una huella ambiental. Pero los debates ambientales también deben incorporar la minoración de la huella ecológica que siempre va a permitir la generación renovable frente a la economía dependiente de los hidrocarburos. ¿Debemos renunciar a una estrategia de reducción de las emisiones y mayor autosuficiencia mientras no se garantice el impacto cero de las alternativas? El sentido común indica que la respuesta es no y que los ámbitos social, ecológico y económico forman parte de la misma ecuación del desarrollo sostenible.