res horas de reunión entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo son un período suficiente para que ambos líderes políticos se hayan podido tomar la medida de lo que va a ser su terreno de juego en los próximos meses. El encuentro, a tenor de las valoraciones de Gobierno y PP, se desenvolvió en los márgenes del previsible respeto institucional -cordialidad fue la palabra utilizada por Núñez Feijóo- pero en la superficialidad de una primera toma de contacto rodeada, no obstante, de unas circunstancias sociales, políticas y económicas internas e internacionales que habrían hecho deseable una mayor profundidad en los diagnósticos compartidos. No ha sido así por la prioridad de ambos de asentar su propia figura en sus entornos y manejarse con una prudencia para no cometer errores que prima sus propias necesidades por encima de la coyuntura. La publicitación por parte del Gobierno español de los ejes del encuentro y los once puntos sobre los que se demanda el acuerdo con la oposición marca en buena medida el terreno de juego en el que ambos tendrán que desempeñarse. Once puntos en los que cabe esperar diferente suerte. Es imperioso que se renueven el órgano de gobierno de la justicia y el Tribunal Constitucional y a estas alturas caben pocas excusas. Igualmente, hay principios de convivencia democrática, como el ámbito de la violencia machista, que debería contar con un consenso indudable pero que es a la vez una prueba del nueve que examinará la estrategia del PP de Feijóo en relación al marcaje de la extrema derecha. Junto a estos extremos, el pulso principal se va a desarrollar en el ámbito económico. Ahí, el desencuentro fiscal es evidente y puede ser el obstáculo para todos los demás asuntos, desde la transición ecológica y la política energética a los fondos europeos y su aplicación al plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. En todos estos aspectos se hace difícil anticipar que el PP vaya a ser partícipe de un pacto de Estado bilateral que requeriría una explicación a los auténticos socios del gobierno Sánchez. El enunciado de los asuntos para los que se demanda el consenso de uno y/o de otros no es suficiente para cerrar acuerdos. Sánchez tendrá que acelerar los acuerdos energéticos, de inversión o reacción a la crisis con quienes le sostienen antes de apelar al PP, por interesante que le resulte desactivar ese flanco de oposición.
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