a incesante subida de los precios, junto a otras cuestiones interrelacionadas como las tensiones que se están sucediendo en las cadenas de suministros en todo el mundo, además de las incertidumbres provocadas por la nueva ola de la pandemia con un importante repunte de casos en Europa y la aparición de la variante ómicron, están provocando seria preocupación por su afectación a la economía y la seria amenaza que supone para la recuperación. El avance del IPC publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúa la inflación de noviembre en el Estado en el 5,6%, un nuevo máximo histórico que no se registraba desde hace casi treinta años. Aunque todo hace indicar que este escenario inflacionista es coyuntural y transitorio y se espera una reducción a partir del segundo semestre de 2022, es necesario tomar medidas en algunos aspectos que inciden negativamente en factores clave que retroalimentan la tendencia a la retracción de la economía. El alza de los precios -fundamentalmente en alimentación y carburantes- es consecuencia en mayor medida de la imparable subida del gas y de las emisiones de CO2 a nivel internacional pero una de sus consecuencias más obvias y negativas es su gran afectación al consumo, una de las bases del crecimiento económico. Una inflación disparada como la actual -que aumenta cinco veces más que los salarios y el doble que las pensiones pese a su revalorización- tiene como derivada inmediata la percepción generalizada de incertidumbre y de menor capacidad de gasto, con la lógica tendencia a un mayor retraimiento en el consumo, que se resiente de manera notable. No en balde las ventas en las grandes superficies y cadenas de alimentación de Euskadi están notando el freno en el consumo, con una caída interanual en octubre del 2%, aunque la tendencia es exportable a otros bienes, servicios y sectores. La economía, sometida ya a otros factores de inquietud, no puede esperar más de seis meses a que el escenario mejore. Son necesarias medidas para atajar los precios de la energía, que empujan al alza al resto. Se precisan, por tanto, soluciones institucionales, tanto a nivel de Estado como europeo, para aliviar una situación anómala como la actual. La recuperación post pandemia está condicionada no solo a los fondos europeos, sino también en gran parte al impulso de la economía también mediante el consumo.
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