a actual crisis fronteriza entre Polonia y Bielorrusia por el aluvión de miles de migrantes en situación irregular hacia la Unión Europea firma la enésima crisis migratoria europea con foco en el régimen de Lukashenko, con su estrecha alianza con Rusia, a quien dirigentes europeos ya acusan de chantaje por las sanciones impuestas por la Unión Europea y que, según Bielorrusia, le impiden restringir el flujo de migrantes hacia su territorio. La dignidad de las personas y, junto a ella y en lo más urgente, el riesgo a perder su propia vida transitando por una de las rutas más inhóspitas y en las puertas del invierno están en peligro en un choque donde las personas que solicitan asilo están siendo arma arrojadiza como herramienta de presión de los países. A los interrogantes sobre si nos hallamos de nuevo en el umbral de otra gran crisis migratoria como la que vivió Europa en 2015, con el éxodo de refugiados de guerra sirios, el respeto a los derechos humanos de los inmigrantes o la cada vez más palpable crisis humanitaria en la frontera, se une la posible escalada militar que ayer Josep Borrell, alto representante de la UE para la Política Exterior con su “guía para la acción” en el ámbito de la defensa europea presentó señalando que la “UE tiene que ser algo más que un poder blando”. No parece conveniente ni tampoco casual que en pleno choque en las fronteras europeas, la UE reitere sus intenciones en un proyecto de “fuerza militar común” para que los Estados miembros aúnen esfuerzos para 2025 y movilizar tropas con rapidez en una situación fronteriza grave y en plena escalada ahora del conflicto migratorio. Los tratados no imponen límites a los 27 en el campo militar aunque la defensa territorial colectiva de Europa se asienta en la OTAN. Los ejércitos de la UE bajo la Política Exterior y de Seguridad están en manos de los Estados miembros, pero no sería lógico radicar en operaciones militares la solución para sofocar “guerras híbridas” como se ha dado en denominar el actual polvorín en la frontera de Polonia. Se precisa un sistema de asilo uniforme en Europa y la comprensión de la migración bajo los principios de humanismo que fundaron la UE mientras se abre otro debate: el de la financiación de muros fronterizos contra migrantes y refugiados y su efectividad en comparación con la inversión en seguridad en origen y el rescate de las políticas de ayuda al desarrollo.