l análisis de las medidas recomendadas ayer por el consejo asesor del Plan de Protección de Euskadi (LABI) y que se implantarán desde el sábado para el periodo navideño con el fin de seguir conteniendo el SARS-CoV-2, así como de algunas exigencias realizadas desde sectores concretos de actividad económica, especialmente la hostelería, no sería fiable sin poner en situación la pandemia y contrastar su realidad cuando han transcurrido diez meses desde el confinamiento decretado en marzo. Esos más de trescientos días de covid-19 parecerían haber normalizado las consecuencias de la pandemia, como si la proliferación de cifras y mediciones de la incidencia de la enfermedad, porque se trata de una enfermedad, hubiese contribuido a que la sociedad asimilara su incidencia y al hacerlo minusvalorara su impacto real y, por tanto, permitiese que prosperara una cierta distensión de las medidas personales para prevenir el contagio adoptadas con responsabilidad general en primavera. Sin embargo, la realidad de la pandemia es distinta todavía hoy, cuando en Euskadi esos datos parecen reflejar lenta pero paulatinamente el esfuerzo para la contención de lo que se ha denominado la segunda ola de transmisión. Si se contrasta la situación actual con la de la desescalada que, con tres fases, se inició el 8 de mayo, tras el confinamiento, de cara al verano, la exigencia de reflexión respecto a ciertas actitudes y demandas que entonces no hallaban eco se hace evidente. Así, cuando Euskadi entraba ya en la segunda fase de la desescalada a raíz de la orden del 23 de mayo y se abría la movilidad -el 8 de junio llegaría una tercera fase de relajación de restricciones- la incidencia de la pandemia el 25 de mayo se reflejaba en 5.783 pruebas diagnósticas (3.731 PCR y 2.052 tests rápidos) con 131 positivos (13 en PCR y 118 en antígenos), un 2,2%; mientras el martes se realizaron 8.234 pruebas (6.064 PCR y 1.300 tests) con 450 positivos (298 y 152), un 5,5%. En las medidas anunciadas ayer por el lehendakari se ha tenido en cuenta que seguimos sin alcanzar las cifras que entonces también permitieron aforos del 50% en interiores de hostelería, abrir la movilidad dentro del territorio histórico o reuniones de 15 personas. Y sí, la capacidad sanitaria ante la pandemia también ha mejorado, pero hoy están ingresadas en la UCI 92 personas más que aquel 25 de mayo (125 por 33) y Euskadi ha sumado 920 fallecimientos, 76 la última semana.
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