La cesta de la compra diaria moderó su ascenso el pasado mes. Es lo que ha constatado el INE en su informe sobre el IPC publicado el viernes. La cuestión, a partir de hora, es si se ha iniciado un punto de inflexión y el dato de abril significa que la drástica subida emprendida en el año 2022 ha tocado techo. El incremento del 12,9% supone una subida de 3,6 puntos menos que la de marzo. Las previsiones sugieren que, efectivamente, se estaría alcanzando ya la cota máxima, pero sin que eso signifique que los alimentos no vayan a continuar en niveles altos de precios en lo que resta de año.

Un sondeo difundido esta semana por Aecoc, la asociación de fabricantes y distribuidores españoles, destaca que el 60% de las empresas de gran consumo -entre ellas las vinculadas al sector alimentario- estima que se mantendrá la tendencia inflacionista en su categoría. Es decir, que continuarán las subidas de precios, aunque más suaves. No obstante, no todos los grupos alimentarios están experimentando comportamientos similares. Por ejemplo, según los datos del INE, en tasa mensual los principales incrementos se produjeron en azúcar y chocolate (1,6%), pescado y marisco (1,4%) y carne (1,2%), sobre todo por el cerdo y sus derivados. En cambio, en comparación con el mes anterior, en abril bajaron las frutas (-3,5%) y las legumbres y hortalizas (-1%). 

La situación en el Estado no es muy diferente a la del resto de Europa. “El incremento de los precios de los alimentos en España no ha sido particularmente distinto al registrado en el área del euro”, se lee en el Boletín Económico del mes de marzo del Banco de España. Pero la clave está en que “su contribución a la inflación general ha sido más intensa debido al mayor peso de los alimentos en la cesta de consumo”. “Los alimentos representaban un 25,1% de la cesta de la compra española en 2022, significativamente por encima del 20,9% en el caso de la Eurozona”, destaca el documento. 

La FAO, la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura, ofrece algunos motivos para el optimismo. Su índice de precios de los alimentos registró en abril unos valores inferiores en un 19,7% a los del mismo mes del año pasado. Su informe confirma una tendencia a la baja en el precio de los cereales y de los productos lácteos, mientras que, por el otro lado, suben las carnes, especialmente por la demanda desde los países asiáticos de cerdo y pollo, así como el azúcar. Como ocurre en otras partes de la cadena de valor, el problema está en la lenta traslación de esas bajadas en origen a su fase final, la mesa del consumidor. El director general de Aecoc, José María Bonmatí, admitió esta semana que los precios de la alimentación siguen “muy altos”, debido a la inflación, por lo que instó al Gobierno a que se mantenga la bajada del IVA de los alimentos y se añada también a ese listado la carne y el pescado. “Somos optimistas de que empezará la senda de bajada de los precios”, indicó Bonmatí. Es lo que también esperan los consumidores, que ven como a los problemas derivados de la guerra en Ucrania (incremento de costes energéticos y de materias primas), se suma, como ha indicado Funcas en sus últimas previsiones, otro “factor añadido” de incertidumbre, como es el impacto de la sequía sobre los precios de los alimentos.

El consumidor se adapta a la fuerza y cambia sus hábitos


En una situación de subida continua de los precios desde hace casi dos años, y tras la severa crisis que supuso la pandemia, las familias tienen que hacer malabares para cuadrar sus presupuestos domésticos. No queda más remedio que reformular la lista de la compra, modificando hábitos de consumo. Las familias intentan limitar su gasto, con más visitas a los supermercados pero con cestas más reducidas. De hecho, el 60% de las empresas de gran consumo prevé, según el informe elaborado por Nielsen para Aecoc, que la actual caída en los volúmenes de compra permanezca durante todo el año. “Los hogares tratan de contener el gasto y eso se traducen en más cambios de establecimientos en busca de mejores precios, cestas más pequeñas y una mayor frecuencia de compra, lo que está favoreciendo los formatos de tiendas de proximidad”, expone la directora para el sur de Europa de Nielsen, Patricia Daimiel.

Marcas blancas, en promoción, productos básicos y formatos económicos. Son las cuatro reglas a las que se ciñen cada vez más los hogares ante la escalada de precios, sin olvidar tampoco la creciente preocupación de una parte importante de los compradores por alimentos saludables. El informe de Aecoc recoge que, en el primer trimestre, se produjo un descenso del 6,7% en el volumen de compra de productos de alimentación seca, entre los que se incluye buena parte de los procesados, y un aumento del 5,5% en la adquisición de pan y del 7,9% en huevos. No obstante, también se dieron descensos en la compra de productos fundamentales desde el punto de vista de la nutrición, como el pescado (-7,9%), la verdura (-4,1%) y la carne (-1,9%).