Los altos precios de la energía están causando un gran perjuicio a todo el tejido económico. Uno de los sectores que más está acusando la inflación de gas y electricidad es la industria electrointensiva del Estado, la que agrupa a los grandes consumidores industriales. Las medidas adoptadas para rebajar su factura mensual, que llega a representar en algunos casos el 50% de sus costes de producción, están consiguiendo aliviar en parte la presión que soportan desde hace más de un año, pero los parones parciales y los ceses temporales de actividad aparecen más de lo deseado en los calendarios laborales de algunas de estas factorías.

Según los datos de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), a fin de año la industria electrointensiva española habrá desembolsado una media de 239,04 euros el megavatio, 115 euros más que en Francia y al mismo precio que en Alemania, pese a que estos dos países están abonando, en lo que va de año, un 50,4% más en el caso de Francia y un 30,8% en el de Alemania. ¿Porqué ocurre esto?

COMPENSACIÓN DEL GAS

Pedro González, director general de AEGE, da las claves. “El sistema eléctrico español ha fomentado que los consumidores acudan a comprar energía al mercado diario o spot, cualquiera que sea el precio que marque ese día. No hemos tenido una cultura de promover contratos a largo plazo, que son más económicos”, subraya. La industria francesa cuenta con la tarifa ARENH (siglas de Acceso Regulado a la Electricidad Nuclear Histórica), a 42 euros el megavatio. Alemania, que se ha visto más expuesta en el último año a los problemas por su alta dependencias del gas ruso, dispone de mucha electricidad generada a partir de renovables, que tiene costes más asumibles que las denominadas fósiles. 


CONSECUENCIAS

“El empleo, lo último que se toca”

Parones. Una de las cuestiones que sobrevuelan alrededor de las dificultades que atraviesa esta industria tiene que ver con el trabajo, y si las consecuencias de la alta factura energética que debe afrontar afectarán a las plantillas. Diversas factorías se han visto obligadas a parar su actividad de forma temporal. “Tememos que esta situación afecte al empleo, porque este estado de precios no es sostenible de forma indefinida. No obstante, el empleo es lo último que se toca”, subraya el director general de AEGE, que destaca asimismo la fortaleza de este sector en Euskadi y Navarra. “Es una industria muy eficiente, y ha demostrado ser capaz de competir con la europea en igual de oportunidades”. 

Pero hay otro motivo no menos importante. Tiene que ver con el mecanismo de funcionamiento de la ‘excepción ibérica’. El decreto-ley aprobado en mayo estableció un tope al precio del gas empleado por las centrales térmicas. La diferencia en el precio del gas, fijado en el MibGas (Mercado Organizado de Gas en España y Portugal), tienen que ser financiado por los consumidores que están expuestos al precio del mercado diario del OMIE (Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad). González reconoce que está suponiendo una “mitigación” en el impacto de los costes, pero el elevado el precio del gas y el aumento de generación de electricidad mediante gas está disparando el volumen a abonar a las centrales por esa compensación derivada de la diferencia entre el coste real y el que se paga. Según AEGE, el pasado mes de octubre, la compensación media diaria por ajuste del gas fue de 100,81 euros el megavatio. En esta tesitura, buena parte del ahorro pretendido por la ‘excepción ibérica’ queda prácticamente anulado. “Estamos en una situación enormemente compleja en la que las industrias electrointensivas están sufriendo de primera mano la crisis de precios. Empezamos este año con unos costes muy elevados, a los que se sumó después todos los problemas derivados de la guerra de Ucrania, que han impulsado los precios a niveles nunca vistos desde que se inició el mercado mayorista en 1998. Vamos a acabar este año pagando por la electricidad el doble que en 2021, que ya fue el año más caro”, explica González.

Desde AEGE, que engloba 75 fábricas en todo el Estado -de las que 12 están en Euskadi y 2 en Navarra-, una de las soluciones que reclaman es la mayor preponderancia de las energías renovables en la configuración del mercado mayorista proveedor de la electricidad. 

EN DATOS

  • Costes. La energía puede llegar a alcanzar el 50% de los costes de la industria de gran consumo eléctrico. Pese a las medidas, el precio medio estimado en 2022 está siendo un 56,9% superior al de 2021, según el ‘Barómetro energético’ de AEGE.
  • Gas. El alto precio del gas natural está provocando que la compensación por el ajuste del precio real del gas, medida incluida en la ‘excepción ibérica’, esté anulando buena parte del ahorro que buscaba el decreto-ley.


RENOVABLES

“Tenemos un parque de generación en el que el 70% de la producción de energía eléctrica no está relacionada con el gas natural, pero sus altos precios sí se trasladan a la electricidad”, subraya el director general de AEGE. “Hay mucha energía renovable en el mercado, pero el problema es que no podemos acceder a ella por como están determinados los incentivos para venderla. Los proveedores de estas fuentes de energía no cuentan con estímulos para colocarla en el mercado a largo plazo, sino para el día siguiente”, lo que no contribuye a favorecer un esquema de precios más asequibles. Los acontecimientos del último año han mostrado la necesidad de apostar de manera más decidida por la formación de un mapa energético con más presencia de las renovables, puesto que pueden permitir el acceso del tejido empresarial a contratos a largo plazo con costes más competitivos y estables. El autoconsumo está ganando cada día más importancia en la industria gracias a la labor de reconversión desarrollada en la última década, pero aún no cuenta con el mismo espacio que en otros países europeos.