- La Confederación de Cooperativas de Euskadi celebró el pasado miércoles su Asamblea General, ofreciendo datos en su balance que resultan llamativos, como el hecho de que en plena pandemia sus cooperativas asociadas hayan computado un incremento de empleo. Pendiente del nuevo PERTE de Economía Social y Cuidados, el tejido cooperativo vasco presume de resiliencia en momentos de incertidumbre y no duda en reivindicar su compromiso con el arraigo empresarial. Uno de sus objetivos para este año, lograr al fin su entrada en el Consejo de Administración de Lanbide.

Cuando parecía que comenzábamos a salir de la pandemia y que la economía podía empezar a coger impulso, llegaron la crisis de suministros, la crisis energética y de precios y la guerra en Ucrania. ¿Cómo está afrontando el mundo cooperativo vasco esta coyuntura?

-Están ocurriendo muchas cosas y el alcance es diferente según el sector. La crisis energética por ejemplo afecta principalmente a las cooperativas que tenemos de comercialización energética. Aguas arriba ya soportan precios muy altos y con este sistema de fijación de precios se ven ahogadas. Y tienen luego el tema del tipo impositivo: lo soportan a un 21% y venden a un 10%, ese decalaje del IVA para ellos supone también unas tensiones de tesorería añadidas al sistema de fijación de precios. El incremento de precios generalizado, en el corto plazo no hay manera de repercutirlo a clientes; eso es algo transversal a todos los sectores. La guerra de Ucrania impactó inicialmente en las cooperativas grandes, internacionalizadas, fundamentalmente del sector de la máquina-herramienta y de la automoción. Teníamos cooperativas con importantes pedidos en Moscú y Kiev. En el caso de la huelga de transportistas, afectó fundamentalmente a parte de las cooperativas agrarias y alimentarias, que veían que no podían mover el producto, así como las cooperativas de distribución.

A pesar de este difícil contexto, Konfekoop cerró 2021 con 91 cooperativas asociadas más que en 2020 y con un incremento también del empleo en el ámbito de las cooperativas de Trabajo Asociado, que son las más numerosas. ¿Cómo interpreta estos datos?

-El tejido cooperativo, en épocas convulsas, de incertidumbre como ahora, con parámetros que afectan de manera negativa a la economía y al mercado tenemos una tendencia anticíclica. Nuestro modelo nos hace más resilientes y nos hace salir fortalecidos y crecer.

Después de dos años muy duros y con la enorme incertidumbre del momento actual, ¿tiene el cooperativismo vasco reservas para seguir resistiendo o, incluso, seguir creciendo?

-Hay que recordar una característica que tenemos como modelo socioempresarial, que es la reinversión del beneficio. De nuestros resultados, un 30% lo destinamos a apuntalar nuestro patrimonio, los fondos de reserva; y al final eso nos da músculo para crecer y consolidarnos y seguir teniendo un crecimiento sostenido.

¿Con qué previsiones trabaja Konfekoop para este 2022?

-Buenas, pero con cautelas. Los datos que nos da Elkar-Lan son que ya en el periodo enero-abril se han constituido 40 nuevas cooperativas, con lo cual sigue la senda de crecimiento.

Decía el otro día que "el mercado de trabajo se está transformando intensamente y Lanbide tiene que reflejar esos cambios de la mano del cooperativismo". ¿A qué cambios se refería?

-Me estoy refiriendo principalmente a esto también, a esta pujanza del modelo, que somos una forma diferente de empresa. El Consejo de Administración de Lanbide actualmente refleja únicamente los modelos clásicos de relación laboral, empresario/persona trabajadora unidos por una relación contractual. En el modelo cooperativo, las reglas son diferentes y entendemos que tenemos que estar ahí para poder dar nuestra visión y poder aportar en las políticas de empleo y en todas las decisiones que se tomen sobre empleo, porque nos afectan directamente.

¿Cree posible que por fin este año se haga realidad esa reivindicación histórica de entrar a formar parte del Consejo de Lanbide? Los discursos del lehendakari y la vicelehendakari en la Asamblea del pasado miércoles parecían abogar por ello...

-El discurso fue abierto. Históricamente siempre se nos ha remitido a que tendríamos que ir acompañados de la ley de empleo, que no es de ahora, que viene de legislaturas anteriores en las que se iniciaron borradores que no vieron la luz. Dado que se nos remite ahí, este año que parece que la ley está casi en la parrilla de salida, entendemos que debe ser el marco idóneo para buscarnos el encaje. Porque una vez que esté cerrado, va a ser muy difícil volverlo a abrir.

¿Por qué no ha sido posible esa incorporación hasta ahora?

-Nuestra reivindicación es justa, razonable, ajustada a derecho y perfectamente argumentada, por ser además Konfekoop una agrupación empresarial intersectorial de las más representativas de Euskadi. Tenemos el ejemplo de Navarra: las empresas cooperativas entraron en 2015 en el Servicio Navarro de Empleo.

Al parecer, la fórmula cooperativa está sirviendo también como una alternativa a la falta de relevo en algunas empresas familiares...

-Entendemos que no podemos dejar caer empleos y negocios que son viables y que por no encontrar un relevo generacional se vayan a perder. Las empresas cooperativas podemos estar ahí para dar una solución. Esa es una de las líneas en las que trabaja Elkar-Lan.

¿Qué valores aporta el cooperativismo?

-Con las noticias que caen últimamente, lo primero, el arraigo al territorio, tan importante en un momento en que vemos que tejido empresarial se nos va fuera. También aporta redistribución equitativa de la riqueza, que redunda en una cohesión social. Equidad, igualdad, solidaridad, ayuda mutua... Es un modelo en que las decisiones se toman de una manera democrática, con procesos participativos. Todo esto genera esa cultura de valores en la empresa y en la sociedad.

Hablamos últimamente de empresas que se llevan su sede fuera de Euskadi, el propio lehendakari ensalzó el compromiso cooperativo con el arraigo en la Asamblea de esta semana.

-Eso en el mundo cooperativo nunca va a existir. El movimiento cooperativo nació hace cien años precisamente para dar respuesta a necesidades locales, basado en un compromiso con la comunidad para en un entorno que va cambiando responder a esas necesidades. Por eso decimos que nuestro modelo impulsa la transformación social. Tenemos rigor empresarial, una orientación a resultado, pero todo eso con una base de valores y principios que mira a las personas que en épocas como la de ahora seguimos arraigados. l