Las modificaciones normativas que se negocian para las prácticas han sido largamente reivindicadas por las asociaciones juveniles y estudiantiles, que han visto como el impacto que supuso la pandemia también afectó al desarrollo de estos procesos, esenciales para conocer de primera mano la que, en muchas ocasiones, va a ser la profesión laboral de quienes las realizan.
"Esta reforma es necesaria", dice Guillermo Bergantiños, presidente del Consejo de la Juventud de Navarra. "Las prácticas tienen carácter formativo y deben servir para aprender un trabajo, pero muchas se llevan a cabo en una precariedad absoluta", denuncia, antes de proponer la implantación de un sello de calidad empresarial que dote al estudiante de más información sobre la firma en la que va a desarrollar su labor. "Así se llevaría un mejor control de lo que pasa durante ese período, ya que en ocasiones no hay un tutor empresarial que las supervise", subraya Bergantiños.
Parecida opinión mantiene Asier Núñez, presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV/EHU. "Aunque en teoría no se pueda, hay estudiantes que realizan tareas estructurales para la empresa, encadenando las prácticas de un estudiante que sustituya al estudiante en prácticas salientes. Cuando ocurren este tipo de prácticas, el carácter formativo de la estancia en esa empresa se ve menguado y se convierte casi en una relación laboral, sin serlo", subraya. A su juicio, "que los estudiantes no seamos trabajadores no significa que no tengamos derechos, y este es un aspecto que el nuevo estatuto sí parece que vaya a corregir, aunque veremos en qué medida", añade.
"En ocasiones ocurre que a la persona en prácticas se le asigna una labor cuando en teoría iba a hacer otra. Durante la pandemia se han dado casos de empresas con gente en prácticas mientras parte de su plantilla estaba en ERTE", critica el presidente del Consejo de la Juventud de Navarra.
La pandemia, en especial los primeros meses, con la paralización de la actividad no esencial, supuso un fuerte golpe para muchos estudiantes en prácticas. "Algunos lograron aplazarlas, pero para otros fueron unos meses de aprendizaje muy pobre, en los que tuvieron que hacer su labor mediante teletrabajo, sin un tutor, y sin poder aprender más de lo que ya habían visto en clase", dice Guillermo Bergantiños.
Cuando comenzó la pandemia, "muchas empresas terminaron los convenios de cooperación educativa", denuncia Asier Núñez, presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV/EHU. "Los estudiantes que más problema tenían eran aquellos con prácticas curriculares, ya que la memoria de su titulación establece el número de horas obligatorias para obtener el título. En muchos casos la no realización de las prácticas por esta causa excepcional podía suponer no terminar los estudios en el tiempo previsto. Desde la Universidad se actuó con bastante rapidez, ya que se articularon prácticas alternativas, en su mayoría en formato remoto. Muchas veces este formato no da todo lo que unas prácticas presenciales ofrecen, pero se consiguió que el estudiantado en general pudiese seguir formándose", concluye Núñez.