- José Muñoz preside una empresa que, con sede en Donostia aunque sus inicios se ubican en Francia, tiene filiales en Mendaro, Iruñea y Alemania y factura alrededor de 20 millones de euros anuales. Positivo por excelencia, explica los factores que conducen al éxito.
¿Cuáles son las claves para convertirse en empresario del año?
-Ser emprendedor y visionario, y rodearse de un equipo con las mismas características. Hemos conseguido llegar a donde estamos gracias a una fuerte visión sostenida en el tiempo, imprescindible para una empresa como la nuestra que empezó desde cero a través de la ingeniería y ahora tiene un potencial de crecimiento que puede multiplicarse por 10, 20 o incluso cien. Al frente debe situarse un emprendedor visionario que se rodee de un equipo potente, porque quienes inician un proyecto no tienen un convenio colectivo, pero les protege esa visión.
¿Cuál fue esa visión?
-Nosotros intuimos que el parabrisas se iba a convertir en algo muy importante, eran los ojos del coche, lo que permite que el vehículo vea y pueda reaccionar. Creamos una empresa tecnológica que a través de la ingeniería fuera capaz de resolver cuestiones muy complejas y diseñar piezas muy específicas que en aquel momento gustaron mucho a empresas como Renault o Peugeot. Fuimos fieles a esa intuición y al segmento ligado al parabrisas del vehículo y hemos llegado al momento en el que se ha hecho realidad esa visión.
¿Cómo describe este momento?
-En la caja que antes solo servía como sujeción del retrovisor ahora hay electrónica, cámaras, sistemas antirreflexión... Hemos desarrollado un producto, el Smart Bracket, que contiene un alto grado de tecnología en un pack inteligente pegado en el parabrisas. Conectado con el computador del vehículo, son sus sentidos al captar toda la información de alrededor, procesarla e incluso enviarla a la nube.
¿Un paso adelante hacia la conducción autónoma?
-Nosotros ya hemos desarrollado esa posibilidad, pero en la actualidad no se permite la conducción autónoma. Ahora la tecnología está por delante de la legislación, pero todo se andará.
Una de las características de Oribay es su alto grado de innovación.
-Hemos apostado desde el minuto cero por la innovación, tenemos un departamento de I+D con más de 40 personas que representan cerca del 30% de nuestra plantilla total de 170 profesionales. Nos organizamos con reuniones que son quincenales y multidisciplinares para identificar tendencias. La idea es poder transformar conceptos académicos de investigación en producto final lo más rápido posible.
¿Cómo surge esta apuesta por la I+D?
-En 2003 iniciamos un proyecto interno para desarrollar un adhesivo estructural de altísimas prestaciones que no había en el mundo. Con nuestras dimensiones, nos tacharon de locos pero invertimos siete años de investigación, en los que colaboramos con la UPV/EHU y Polymat, y conseguimos el más potente adhesivo estructural que hay en el mundo para pegar en el vidrio el producto tecnológico y que dure un mínimo de 25 años bajo cualquier condición. Aquello nos animó muchísimo y a partir de ahí potenciamos el departamento de I+D, dotándolo de unos equipos de laboratorio que son la envidia de universidades y centros tecnológicos.
¿En qué trabaja hoy esa unidad?
-Tenemos una explosión de investigación tremenda, más de cien proyectos abiertos. Las reuniones son capaces de detectar en esos procesos de investigación oportunidades de negocio y somos capaces de sacar en un tiempo récord productos al mercado. Ahora mismo hemos lanzado dos productos importantísimos, un promotor de adhesión que está revolucionando el mundo de la automoción por innovar en la forma de unir elementos en un vehículo, el Oripolar, y un modificador de superficies que promueve una alta polaridad y mejora así las propiedades de unión. Nosotros hacemos una I+D como núcleo central, que de su actividad va creando oportunidades de negocio. Las identificamos y creamos una empresa.
¿Cómo se financia esta actividad?
-No se han repartido beneficios en 30 años. Hemos cerrado un proyecto fuerte para un cliente de logística y, si nos pide una producción de 30.000 vehículos, tendremos que montar una fábrica que puede costarnos 100 millones que no tenemos. Pero el dinero no es un problema, porque ahora se está moviendo ocioso con un 0,5% de rentabilidad y si decimos qué hacer con él, llegará.
¿Tienen problemas para encontrar personal cualificado?
-Uno de los mayores problemas es detectar gente emprendedora. No queremos solo directivos ni gestores, queremos emprendedores, aunque no lo sean al 100%, que vivan el proyecto, lo disfruten y trabajen el fin de semana si es necesario. Si a eso le unimos que requerimos perfiles técnico-científicos que encajen en nuestra actividad, tenemos bastantes dificultades.¿Qué política de internacionalización tiene Oribay?
-Exportamos el 99% de nuestra producción. Un mercado fuerte para nosotros es Norteamérica, que comprende Canadá, Estados Unidos y México. También lo es Europa y, en Asia, estamos en Japón, China e India. De momento no tenemos en mente buscar nuevos mercados, sino profundizar en los que tenemos, en especial en China donde se venden 27 millones de coches al año.
¿Afecta el encarecimiento de las materias primas y la escasez de suministro?
-Nos faltan microchips y componentes, y estamos negociando, pero es muy difícil porque todas las empresas andamos igual. Sufrimos como todos, y en respuesta hemos empleado el ingenio para cambiar procesos, sustituir materiales, hacer reingeniería... Por el momento no hemos parado nada, de hecho estamos a tope.
“No queremos solo directivos ni gestores, queremos emprendedores, aunque no lo sean al 100%”
“Nos faltan microchips y componentes, y estamos negociando, pero es muy difícil porque todas las empresas andamos igual”